Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

Vivir con lo puesto

La pandemia ha puesto en evidencia los estragos de diez años de recortes aplicados por gobiernos de todos los signos

Esta semana se ha publicado un estudio científico hecho por profesionales de los servicios de emergencias extrahospitalarias (SEM) de las comunidades autónomas -los 061, para entendernos- e investigadores de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Es el primero en el mundo que analiza en el ámbito nacional el impacto que la pandemia ha tenido en la atención sanitaria de las personas que sufrieron una parada cardíaca.

Los resultados más importantes dicen que en las semanas pandémicas de marzo y abril hubo una disminución del 40% en el número de paradas cardíacas atendidas por los SEM. La probabilidad de llegar vivo al hospital fue de un 58% de la habitual, es decir, casi la mitad. En esas semanas de pandemia, se han muerto en España un 30% más de personas por parada cardíaca. Además, estos resultados son similares para todas las comunidades, tanto si tuvieron niveles altos o bajos de incidencia de Covid-19 durante la primera ola de la pandemia.

Este es el primero de muchos otros estudios que se irán publicando a medida que se tengan los datos y que demostrarán que, además del virus, el otro factor enormemente negativo para los españoles en esta pandemia es la imposibilidad de los servicios sanitarios de desarrollar su función con la eficacia y calidad habitual. Algunos aspectos claves son la falta de profesionales sanitarios, porque los gobiernos no los han querido formar ni reconocer y cuidar; un porcentaje mucho mayor que en otros países de sanitarios contagiados de Covid-19, síntoma de malas condiciones de trabajo en los centros sanitarios; y el sobresfuerzo de trabajar bajo presión en hospitales saturados durante muchas semanas, y el cansancio asociado.

Prueba de las carencias actuales de nuestros sistemas de salud es el hecho de que científicamente se pueda demostrar que la pandemia está afectando no solo a los servicios sanitarios directamente involucrados en su tratamiento, sino que su efecto se extiende, como una balsa de aceite, al resto de servicios sanitarios. La pandemia ha puesto en evidencia los estragos que han causado en nuestra situación sanitaria diez años de recortes aplicados por los gobiernos de todos los signos. Tener unos servicios de salud de alta calidad y accesibles a todo el mundo debería ser un objetivo claro para la sociedad de un país que se pretenda decente.

¡Vivimos con lo puesto!

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