Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

Vivir de rentas

En nuestro Sistema Nacional de Salud, calidad y equidad son conceptos y aspiraciones inseparables

El Sistema Nacional de Salud se puso en marcha allá por los años 80 y 90 del siglo pasado, completándose su construcción en el año 2001, cuando se traspasaron las competencias sanitarias a todas las comunidades autónomas españolas. Ha funcionado razonablemente bien durante los casi cuarenta años de su existencia, debido a las bases y principios establecidos en su gestación. La principal idea fuerza en su creación fue conseguir la equidad en salud, que llegó a considerarse ligada a la calidad de los servicios sanitarios. En nuestro SNS, calidad y equidad son conceptos y aspiraciones inseparables.

Por ello, el SNS es público y universal, es decir, para todos los españoles, sin distinciones en función de su situación social o económica, y financiado públicamente vía impuestos. Para garantizar la equidad territorial, se construyeron muchos centros de salud, además de hospitales comarcales o centros de alta resolución, como en Andalucía. Este SNS alcanzó grandes cotas de respaldo popular -y, por ende, de legitimidad democrática-, de ahí que pueda considerarse uno de los mayores logros de la democracia española.

Asimismo, el SNS ha gozado también de un enorme prestigio fuera de España porque ha conseguido objetivos que muchos otros países no han logrado: una gran aceptación entre sus profesionales, niveles óptimos de calidad, un grado relativamente satisfactorio de equidad en la atención a toda la población y unos costes inferiores, con diferencia, al de los sistemas de otros países. Sin embargo, el envejecimiento de componentes principales del sistema -desde los profesionales a las tecnologías- o los recortes brutales que se le hicieron durante la crisis del 2008, han ido haciendo mella, como ha dejado entrever la pandemia. Así que las reformas son imprescindibles.

Las derechas políticas, como se demuestra en Madrid, en Galicia o en Andalucía, prefieren un sistema con mucha mayor participación privada, con puertas giratorias para directivos y profesionales, y considerables recortes de personal y de centros y servicios. Las izquierdas proclaman su compromiso con el fortalecimiento del actual SNS, pero carecen de un mapa para las reformas.

El SNS lleva viviendo de rentas, sin reformas de calado, desde hace muchos años. El actual Gobierno de la Nación tiene la oportunidad de asumir el liderazgo de este reto, complejo donde los haya, y marcar el rumbo, para garantizar la utilidad del SNS para el conjunto de los españoles durante otros cuarenta años.

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