Volver a las urnas

Pedro Sánchez intuye que podría rematar a Podemos en otras elecciones y acercarse a la mayoría

Después de la oleada de elecciones, España se ha convertido en el paraíso de los gurús políticos. Ahora hasta el más tonto vende una sandía como si fuera un balón. Para más despistar, intentan pactos sorprendentes en los trapicheos. En las primeras municipales de 1979 se montó un escándalo fenomenal cuando PSA y PSOE pactaron el trueque de las alcaldías de Sevilla y Granada, que convirtió en alcaldes a Luis Uruñuela y Antonio Camacho. Aquello fue un juego de niños traviesos, al lado de lo que pretenden ahora, cuando el debate del PSOE está en si pactan o no con Bildu en Navarra. O cuando Vox imita a Unidas Podemos, en el rechazo a los presupuestos andaluces, para ver qué sacan a PP y Cs en otras regiones.

Después del bipartidismo, que feneció, el país parece ingobernable. Pedro Sánchez consiguió 123 escaños, que están muy lejos de la mayoría absoluta, pero son más de los 85 que tenía cuando la moción de censura a Rajoy, y tropieza con más dificultades que antes para encontrar socios. Nadie se lo pone fácil. Ni Pablo Iglesias, venido a menos, ni los independentistas catalanes. Tampoco parece que Ciudadanos, ni el PP, estén dispuestos a abstenerse, aunque antaño se lo reclamaron a Sánchez, en sentido contrario. Sucedió cuando aquello del no es no.

Quizás una solución sería que Pedro Sánchez pidiera perdón por el no es no, a cambio de la abstención del PP. Parece que sólo los papas pueden pedir perdón por asuntos que no son culpa de ellos. Ningún político pide perdón por sus errores. En España, sin bipartidismo, los acuerdos entre los partidos templados son imprescindibles. Mejor que putearse unos a otros cuando no hace falta. Al no suceder así, poco a poco, se empieza a definir otra posibilidad de la que ya se habla sin tapujos: nuevas elecciones.

Cada cual hace sus profecías. El pitoniso predilecto de Pedro Sánchez le aconsejará que convoque elecciones. Aunque no en octubre, como se está rumoreando, sino en el plazo de un año; excepto que Podemos se vuelva sumiso, y no le ponga piedrecitas en el camino. Además, en Podemos no se sabe lo que puede pasar, con Pablo Iglesias venido a menos, y las mareas en alerta. Otro problema es que las condenas de los indepes complicarán las exigencias. Y que Albert Rivera no quiere ser el bastón del PSOE, sino la alternativa al PSOE.

En ese escenario, Pedro Sánchez intuye que podría rematar a Podemos en otras elecciones y acercarse a la mayoría absoluta. Es una gran tentación. ¿Irresistible?

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