Res Pública

José Antonio Montilla

montilla@ugr.es

La Vuelta en Sierra Nevada

El negocio está por encima de la protección del medio ambiente, lo que esta acelerando el cambio climático

Desde hace mucho tiempo quería subir a los Lavaderos de la Reina. Me habían hablado tanto de ese lugar y había visto imágenes tan bonitas que tenía muchas ganas de ir. Lo conseguí hace unas semanas. Pero, ciertamente, lo que más me impresionó no fue la belleza del circo glaciar, las corrientes de agua bajando desde los tresmiles o los túneles de nieve. Lo que me dejó consternado fue comprobar cómo la arena del desierto había llegado a las altas cumbres y se había quedado allí. La nieve era marrón, las lagunas tenían el agua turbia y, al sentarme en una piedra, la ropa quedaba impregnada de una arena viscosa. Cualquier negacionista del cambio climático debería acercarse hasta allí para ver con sus propios ojos hasta qué punto el desierto nos está alcanzado.

Por eso, produce estupefacción comprobar que la Junta de Andalucía se ha empeñado en permitir a la Vuelta Ciclista a España subir hasta las estribaciones del Veleta o al telescopio. Precisamente cuando hay que proteger más unos lugares especialmente sensibles, quienes deben garantizar esa protección actúan en sentido contrario. Han impulsado la modificación puntual del Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional para reducir su protección y permitir una actividad con un evidente impacto medioambiental. Se rompe con ello un consenso político y social mantenido durante decenios según el cual la distinción entre parque natural y parque nacional permitía separar el territorio en el que estaban aceptadas actividades humanas con impacto (parque natural), de otro espacio objeto de especial cuidado (parque nacional). Y se hace, además, de forma chapucera, sin contestar a las alegaciones presentadas, sin atender al informe de los científicos que alertan sobre el riesgo que supone para la biodiversidad, en contra del Consejo de Participación del Parque y, sobre todo, sin abrir un debate público sobre el asunto, seguramente porque son conscientes de que si fuera conocido por la ciudadanía no podrían hacerlo.

Y todo esto, ¿para qué? Simplemente para exhibir el reclamo de que es la vuelta ciclista con la meta más alta de Europa, con los beneficios económicos que ello puede conllevar para los organizadores. El negocio por encima de la protección del medio ambiente, esto es, la lógica perversa que está acelerando un cambio climático reconocido ya hasta por el más escéptico. Luego, la caravana ciclista, con sus motos, coches y camiones se marchará y nos dejará un ecosistema más deteriorado y unas altas cumbres en las que se pueden volver a hacer cosas que creíamos erradicadas para siempre por sus consecuencias medioambientales.

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