Vuelve la Navidad

Ando por las esquinas tratando de buscar algo que me devuelva la Navidad. La que conservo en recuerdos de niño

último viernes antes del 25 y ando por las esquinas de la ciudad tratando de buscar algo que me devuelva la Navidad. La que remotamente conservo en recuerdos de niño. La que el día de la Inmaculada, mientras los mayores trabajaban la escayola para la cueva, nos obligaba a los más pequeños a salir al frío y buscar musgo, barro, tierra, paja… Que me perdonen los vocacionistas del solsticio, los ateos convencidos, los agnósticos confesos. En aquellos tiempos no había otra cosa, y, además, era lo que de verdad nos hacía felices, nos encogía el estómago de ilusión al acostarnos y no nos dejaba dormir.

De pequeño siempre pensé que, cuando creciera, disfrutaría más de la Navidad. Que me preocuparía de cosas importantes y, por supuesto, estaría más capacitado para solucionarlas. Siempre pensé que encontraría la verdadera Navidad, la que me aparta del frío, de la desidia, de la indiferencia. La que me acerca a quienes, sin conocer su nombre, supongo que este 2022 tampoco la habrán encontrado: enfermos, emigrantes, presos, exiliados, parados, refugiados, ancianos que viven solos, niños abandonados… la que me acerca a familias repletas de juguetes y padres que no tienen tiempo de jugar con sus hijos; a hijos cuya vida es un videojuego, un Tik Tok, un Instagram, un botellón, una quedada; a hogares cuyos mundos jamás se cruzan…

A todos, a todos ellos, una mijilla de paz, un ratico de esperanza, un punto de sosiego, un reencuentro con lo que deberán recuperar en sus vidas para también recuperar la Navidad. Sé que el día es oscuro, que, por no hacer no hace ni frío, que es fácil escribir como lo hago, que en medio de este incesante mercadeo resulta absurdo construir una Navidad con besos, con reconciliación, con perdón, con amistad, con cuidado, con cariño, con sincera preocupación por lo no funciona y debemos arreglar… que esta Navidad quien necesite encontrarla la descubra a través de un abrazo y un beso, que alguien se preocupe por ti, que ningún niño deje de sentir el cariño de sus padres, y que ningún padre deje de sentir el cariño de un hijo. Apenas un día antes de Navidad, es lo que me sale escribir. Mucho más que hablar del Constitucional, del asalto a nuestra democracia bajo reformas legislativas ilegales e inverosímiles en un estado de derecho, o de Messi, o de Qatar…

Porque la busco, y, lo juro, aún no la encuentro. Si la ven, díganmelo. Eternamente agradecido, éste que hoy, aunque no la encuentre, se la desea. De verdad. Un abrazo y Feliz Navidad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios