Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

YAD VASHEM

Los nazis banalizaron el mal, burocratizaron el crimen y lo convirtieron en rutina

Hace setenta y cinco años, el mal en estado puro se hizo visible entre las densas brumas del invierno. La liberación de Auschwitz por el Ejército rojo en enero de 1945 había sido precedida por otras desde el verano anterior. Después -la mayoría de los campos estaban en la Europa Oriental- los estadounidenses liberaron Buchenwald y los británicos, Bergen-Belsen. Soldados curtidos en las batallas más cruentas de la guerra se derrumbaban ante el horror de los campos: miles de seres humanos maltratados y hambrientos que deambulaban entre pilas de cadáveres sin distinción de edad, sexo, raza o religión. Los nazis banalizaron el mal, burocratizaron el crimen y lo convirtieron en rutina. Su totalitarismo excluyente y asesino, persiguió y marcó a todo disidente; la estrella de David para los judíos, un triángulo rojo para los opositores políticos de todo signo; negro para gitanos, discapacitados y demás asociales en su jerga delirante, rosa para homosexuales, etc. Casi tres mil religiosos católicos fueron deportados a Dachau, que se acabó conociendo, tristemente, como el mayor seminario de Europa. Es siniestro pensar cómo tras la guerra, el totalitarismo comunista reconvirtió Sachsenhausen en un campo especial del NKVD. A veces, sólo cambia la bota que aplasta la libertad.

Entre tanto horror, dolor y muerte y frente al odio ciego, perverso e ignorante, surgió el coraje de quienes antepusieron al miedo sus principios morales y arriesgaron su vida para salvar a quienes eran perseguidos injustamente. Son los «Justos entre las Naciones» a los que homenajea Yad Vashem. Porque, como dice el Talmud, «quien salva una vida, salva a la Humanidad entera». Hay entre ellos -son más de 25 mil- personas corrientes y poderosas-, diplomáticos, prelados, pueblos enteros como Le Chambon-sur-Lignon y Nieuwlande que se conjuraron para amparar a otros seres humanos del horror nazi. Y hasta un país entero, Dinamarca, que salvó a casi toda su comunidad judía colaborando para que escaparan a la neutral Suecia.

Hace unos días, don Felipe -que ostenta históricamente la dignidad de rey de Jerusalén- se dirigió a todos los mandatarios reunidos en la conmemoración de tan triste aniversario y recordó al mundo, citando a Maimónides -filósofo, judío y cordobés- que «todos los grandes males que los hombres se causan entre sí, se originan en la ignorancia». Aprendamos del pasado y así no lo repetiremos en el futuro.

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