'Zoe'

¿Hasta cuándo soportaremos el calor con el mismo humor de ese padre y su hijo al ver el termómetro que marcaba 91º?

Aprimera hora de la mañana, el termómetro callejero de la esquina marca 91 grados. 91 grados, lo que oyen. "Mira qué fresquito, papá", le dice un hombre al anciano que camina a su lado. El anciano levanta la vista un segundo, mira el termómetro y luego sonríe. "Podría ser peor", dice, y continúa caminando a pasitos muy cortos. Me maravilla el humor de estos transeúntes que llevan soportando -o mejor dicho, llevamos soportando- una terrible ola de calor que ya dura una semana. Hasta le han puesto nombre, Zoe, un nombre que no sabemos si es masculino o femenino y que tampoco sabemos cómo se pronuncia (¿Zóe, Zoé, Zoë, Zoui?). Como es lógico -al menos por ahora-, los 91 grados del termómetro se deben a un error en los dígitos de la pantalla. Se ve que hace tanto calor -y más dentro del soporte metálico del termómetro- que los dígitos se han mareado o han sufrido un leve desvanecimiento, de modo que el 4 ha mutado en un 9, siguiendo tal vez el mismo procedimiento fatídico por el que el viajante de comercio Gregor Samsa se despertó una mañana convertido en un primoroso insecto. En cualquier caso, no está nada mal que la temperatura sea de 41º a primera hora de la mañana, por mucho que los termómetros callejeros sean poco fiables a causa del soporte metálico que aumenta la temperatura.

El problema es saber hasta cuándo podremos soportar la ola de calor con el mismo humor que han demostrado el padre y el hijo al pasar bajo el termómetro que marcaba 91º. Imaginemos que la ola sigue con cortes de agua y cortes de suministro eléctrico; imaginemos que las condiciones de vida empeoran para todos nosotros con subidas de precios continuadas; imaginemos que llega una nueva recesión económica y más paro y peores condiciones laborales. ¿Seguiremos manteniendo el mismo humor y el mismo aplomo que el padre y el hijo? ¿O empezaremos a actuar de forma más impulsiva y más incontrolable, es decir, más agresiva? ¿Y qué ocurrirá con la agresividad desatada? Porque la agresividad siempre acaba desatándose en estas condiciones, nos guste o no.

Por eso mismo da un poco de miedo que nuestro Napoleón Sánchez siga empeñado en crear una dinámica de polarización continua, buscando enemigos a quienes culpar de todo lo que pasa y agitando a su electorado más radical con propuestas que sólo pretenden tensar la situación. Como para estar tranquilos.

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