Se acabó

No podemos dejar que otros decidan mi futuro. Nos jugamos nuestro derecho al menos a protestar

Se acabó. Demasiados viajes a la urna. Demasiados. Confieso que no estaba acostumbrado a tanto vaivén ideológico, a esta incesante quebrada de cuernos, al constante juicio mediático, al mercadeo y acuchillamiento en redes sociales, unas mentira y otras también. Cansado de tantos egos, de tantas autoadulaciones…

Confieso que estaba cansado, que este tiempo me aburre y supera. El que más el que menos, dirá que no pasa nada, que todo sigue igual, que son los mismos con distintos collares. Hasta ayer, pensaba igual. Monocolor. Pero el esperpento del congreso me pilló desprevenido. Abascal, jugando a las sillas con tal de conseguir la mejor pose, el impacto más mediático del mercado. Atrás quedaron ya sus renuncias a exponer a los medios las opciones de su programa. Otros circulaban saludándose bajo afectos infumables: cómo estás, qué tal en prisión, te gustó tu celda, si necesitas algo no tienes más que llamarme… los más, se empeñaban en hacer la conga, subiendo y bajando despacio por las escaleras del congreso. No me negarán que, como sueño, era tremendamente gracioso…

Con otros, en cambio, no me reía. Se dedicaban al asalto dialéctico de la constitución, a demostrar que ellos son más chulos que nadie, a poner a prueba el respeto de sus señorías, y a dar a conocer una acción premeditada donde el gobierno socialista, obvio, no pensaba castigar a sus amigos independentistas. Mientras, imaginaba la cara de Suárez, Carrillo, Calvo Sotelo, González, Guerra… La Sra. Batet celebraba aún su nombramiento.

Atrás quedó el pronunciamiento del Tribunal Constitucional, que en 1990 refrendaba que la fórmula para prestar promesa o juramento debiera usarse "sin verse acompañada de expresiones que limiten o condicionen el sentido de la fórmula". Se prometió libertad para los presos políticos, se juró una República Catalana, y máxima lealtad al resultado del referéndum del uno de Octubre. Todo valía. Lógico. La consigna es clara: no molestar más de lo necesario a los posibles, probables y necesarios socios chantajistas catalanes.

Esto nos espera. Cuatro años de gobierno socialista que amenaza con gobernar de espaldas a la mayoría ciudadana. En nuestro sistema, sólo valen escaños. Lo dije: algún día amanecerá con justicia. Terminaremos de aplicar lógica al sistema. Le daremos el timón a quien más apoyos tenga. Nombraremos capitán del equipo a quien más simpatías alcance.

Mientras llega ese día, mientras la lógica y la justicia se impone al juego político, el partido se juega este domingo aquí, en Granada, en cada ayuntamiento. Que cuatro años sin construir nada, luego se hacen muy largos. Que no podemos dejar que otros decidan mi futuro. Nos jugamos nuestro derecho al menos a protestar. Nuestro derecho a elevar propuestas que nos ayuden a crecer y construir. Como hizo Málaga. Como hace Almería. Proyectos importantes, de envergadura, que nos eleven por fin un peldaño. Los títulos para otros. Necesitamos hechos.

Voten. Lo que quieran. Allá cada cual con su conciencia y sus quejas. Pero voten, coño.

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