Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

No lo tengo para acordes

Hasta periodistas tan inteligentes como Quique Peinado se han convertido en 'jefes de pista' del circo de ibérico

En Benalúa de Guadix, una mujer ha salido a hacer los mandaos. Es miércoles de mercadillo. El pan lo compra en el horno de leña de los nietos de una familia de panaderos republicanos, afiliados al aniquilado Sindicato de Artes Blancas de la CNT, el de la harina y los molineros. Los nietos tienen carrera, pero con la crisis se han quedado sin trabajo y se han dicho: "¿Y ahora qué hacemos?: pues lo que el abuelo que nos mataron"; y fabrican pan y dulces muy buenos. Después, la mujer discute con el bercero porque le ha querido meter fruta podrida, y los tomates -para su entomatao-, chuchurríos. Por fin, en otro puestecillo se los venden de los buenos. De vuelta, ya cargada, se encuentra su calle cortada porque el ayuntamiento está mejorando los saneamientos y tiene que dar un rodeo para llegar a su casa. Va a encender la hornilla para aviar de comer, y se le acaba el butano. Su comadre, y vecina, le presta una bombona, y consigue guisar un entomatao de pescuezo de cordero riquísimo. Entran por la puerta los hijos y el marido, huelen la olla, y le dicen que hoy no querían comer carne con tomate. "¿Por qué no has comprado pescao?", preguntan. La mujer les dice, muy cabreada: "¡Tengamos la fiesta en paz, que no tengo yo hoy el coño para acordes!". En la SER, hace unos días, en el programa Buenismo bien, entrevistaron a Irene Montero, posiblemente, según uno de los entrevistadores, "la persona pública más odiada de España". La ministra entra al trapo y explica, con claridad, el porqué de ese odio. Otro locutor, Quique Peinado, se convierte entonces en jefe de pista del circo que es la política y le espeta, molón: "Espero que toda la gente, incluso la que está muy en contra de Irene Montero, vea que tiene un coño como esta mesa de grande". Cogida por sorpresa, ante la brutal espontaneidad del periodista (y no tenemos nada en contra de las mesas y sus dimensiones), y laminada por un programa de entretenimiento que hace papilla y disuelve cualquier diferencia o matiz político convirtiéndolo en mero espectáculo, le contesta: "Un piropo muy bonito". ¡Con lo que nos molestan los piropos a nosotras! En esto, el tamaño sí que importa, y es mucho más deletéreo y musical no tener el chispi para acordes que tenerlo tan grande, robusto y patriarcal como la mesa redonda de Arturo y sus caballeros.

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