Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

La adulteración final es inevitable

Tiene razón Zidane al justificar su alineación como indudable es que se es suplente por algo

Dieciocho puntos es la distancia, sideral por cierto, que separa a los dos colosos de nuestro fútbol, a los que están considerados como la locomotora que tira del tren de LaLiga. Una barbaridad de puntos que se palia con el alto compromiso que el Real Madrid tiene el 26 en Kiev y que está posibilitando que la competición doméstica se vea adulterada. Una adulteración indudable porque por algo son suplentes los suplentes.

Ha dicho Zidane que todos los futbolistas son de la plantilla y que le da igual lo que opinen esos terceros que se sintieron perjudicados. No le falta razón al entrenador madridista, como también parece darle igual que su rival congénito se le vaya a dieciocho puntos. Ya hubo una vez que Osasuna se salvó porque sus dos últimos partidos fueron con un Real y un Barça en chanclas, con los deberes hechos y también pregonando que lo que utilizaban era de la plantilla.

Hace treinta años largos se intentó llevar la competitividad de la competición hasta el último momento. Se crearon unos play of que conllevaban unos premios colaterales, pero tampoco aquello tuvo futuro. De hecho, sólo duraron un curso y fueron creados porque en los finales de la temporada anterior hubo pasteleo en Carranza del Betis y eso supuso que el Valencia de Di Stéfano como entrenador sufriera el único descenso que registra su historia.

Es muy complicado evitar que el final liguero esté lleno de suspicacias. Hay quien dice que es mejor jugar con los dos grandes al final que al principio, pero nada de eso es garantía de algo. La verdad del cuento es que cada cual puede hacer de su capa un sayo y que la distancia que separa a los dos colosos es vergonzante para el Real Madrid por mucho que Zizou quiera paliar esa debacle diciendo que es dueño de sus actos y que la vida sólo tiene un sitio en el horizonte, Kiev.

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