EL consejero de Cultura Paulino Plata aceptó a regañadientes que el Patronato de la Alhambra mantuviera su autonomía y no se disolviera dentro de una gran agencia cultural con sede en Sevilla. Pero lo hizo lamentando que en Granada no se hubiera entendido la iniciativa. No sólo en Granada, se puede añadir ahora, no se ha comprendido la utilidad de reunir en una agencia todos los organismos culturales. Tampoco se ha entendido en Sevilla, sede natural de la mayoría de esas instituciones satélites que se pretendía unificar. La principal meta que supuestamente perseguía la creación de la agencia única era el ahorro económico, pero Plata nunca explicó cuantos puestos directivos se iban a amortizar y de qué modo iba a afectar a los presupuestos individuales de cada organismo. En el caso de la Alhambra, el consejero aseguró incluso que mantendría su autonomía presupuestaria y su organigrama. Entonces ¿para qué esa polémica reconversión? Ahora lo sabemos, para nada.

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