La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

El alcalde enrocado

Él sabe que la amenaza de Sebastián es manifiesta. Sabe de quién depende el apellido del próximo alcalde

Como el bochorno no le ha parecido suficiente hasta ahora, Luis Salvador se empeña en seguir ofreciéndole capítulos al guionista de su telenovela. Lo suyo es un enroque indefendible que nos está dejando dosis indigeribles de desvergüenza. Para seguir con el sofoco fue a Madrid a por la venia de Inés. Que no se diga que él no es de hacer lo que mandan en su partido. Se sospecha que el plácet de Arrimadas incluya un bono de acercamiento al PSOE para driblar el poder de Pérez.

¿Qué pretende el alcalde? ¿Por qué aferrarse al hervor de una vara que le quema y le devora, a la que se ata como poseso a pesar del fuego que expele? ¿Qué quiere demostrar el espartano que no sepamos ya de su persona? Él sabe que los números no le dan. Que ni siquiera puede contar con los otros tres votos de su mismo grupo. Sabe, sin que nadie le haga un croquis, que la amenaza de Sebastián contra su trono es manifiesta, esa con la que Pérez retó a quien quisiera oírle, amenazando con que el próximo alcalde se llamará Paco. Luis sabe de quién depende el apellido de ese Paco.

¿Tal enroque es puro victimismo? Es populismo 2+2.0 del pedigrí salvadoriano del quinto adviento, "la ciudad soy yo", con el que sería capaz de ir a vender hielo a un esquimal, software a Silicon Valley o un arrepentimiento al PSOE de Cuenca. Usa con indiferencia el prestigio de la institución municipal granadina apelando al pacto antitransfuguismo, su código Hammurabi. Como si para esquivar pactos no hubiera razones que la política del PSOE siempre inventa y expande para su justificación.

Si Sebas y Cuenca lo van a echar del sillón, querrá dejar constancia de cómo él ejerció de Constantino XI defendiendo la Constantinopla de su despacho de primer edil, sin armas suficientes ni ejército en la retaguardia, del acoso de las tropas del sultán otomano Mehmet II, tras abordar el barco sin rumbo de un pacto quebrado por la media verdad, auto tildando de "épico" su bochorno político.

El juego de naipes que manejan dura ya demasiado. Se ha convertido en una batalla de egos insufrible más que en un mus con envido sin respuesta, refugiado en el supuesto interés general lo que responde a mero revanchismo ad hóminem. El enroque de Luis Salvador, sin más apoyo que el de su exclusiva voluntad personal, es la última provocación para ser depuesto mediante una victimista moción de censura que también desgaste a quien la apoye. Que no les salga gratis su caída, pensará. Y Granada, luego, si eso.

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