El alcalde se ha quedado solo

No haría muchos negocios con este hombre que practica con tanto cinismo el "digo Diego donde dije digo"

Ayer pudimos asistir -a través del Facebook- a la rueda de prensa que ofrecía Luis Salvador, a la sazón aún alcalde de Granada y en la que, en medio de un patetismo brutal y desbordante y un ridículo sin precedentes de esa magistratura local granadina, trató el hombre de crecerse en lo imposible con un largo batiburrillo de atropellada y extemporánea palabrería, como queriendo dar a todos una clase de ciencia política, ante una adversidad insoslayable, tan real como granítica, indestructible y asfixiante que le envolvía, como antiguamente el papel de estraza abrazaba al pescado a la hora de ser servido en plaza de abastos: se le pegaba la incuria a la piel y le arrancaba las escamas, que nunca tuvo ese pez de plateado ni cegador brillo.

Olía el alcalde a densa soledad, a abandono de apestado, a lo que pueda oler una huida alocada hacia ninguna parte sin brújula concreta, ni mapa ni rosa de los vientos, queriendo dar el hombre imagen imposible de cónsul romano traicionado en un senado inexistente. Pero la ver dad, la cruda realidad, es que sólo él estaba en esa romántica creencia de la traición, la insidia y el complot maligno, cuando es él solo y con su propia red tramposa o arácnida tela, quien anda enredado.

Se le había descompuesto todo su gobierno, ese de "Ciudadanos" sumado al "Pepé" y apuntalado por Vox. Y todo por creer que dar la palabra en política no tiene por qué considerarse tan verdad como esa de la que da fe un notario. No haría yo muchos negocios con este hombre que practica con tanta facilidad y cinismo el "digo Diego donde dije digo", aunque testigos importantes -que fueron de su mismo partido, del último- afirman hoy que el compromiso del 2+2 fue cierto.

Está claro, la mentira siempre se vuelve -antes o después- contra aquel que la profiere. Y nuestro alcalde, que es hombre bien pagado de sí mismo, anda convencido de que sus "mentirijillas" jamás lo derribarían.

En el Ayuntamiento de la ciudad -antes república- de Venecia existe una gran sala de marmóreos suelos de Carrara, bóvedas de crucería cubiertas de frescos renacentistas y entre los arcos de blancas dovelas, dos líneas de estatuas de cuerpo entero, que retratan a los concejales que mandaron hacer el edificio, en tiempo del cuatroccento italiano, casi todos ellos banqueros venecianos, hombres terribles de honor y de palabra. Y al pie de uno de ellos, de durísima mirada, una cartela labrada en la que pone algo parecido a "Redde quod debes", que traducido viene a decir "Cumple tus compromisos".

Eso es lo que ahora exigen los concejales del PP en nuestro Ayuntamiento. Y la mitad de los del propio alcalde Luis Salvador, también: ¡Cumple tus compromisos! ¿O no?

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