El termómetro

Enrique Novi

Un americano estúpido

HACE poco más de año y medio, era viernes 20 de junio de 2008, unas 150 personas cruzamos las puertas del teatro Alhambra para presenciar el sobrecogedor espectáculo que ofreció James Victor Chesnutt, conocido artísticamente como Vic Chesnutt. Sé que muchos de ustedes no lo conocen, pero Madonna, Smashing Pumpkins o Garbage han publicado versiones de sus canciones que por supuesto no le llegaban a la suela del zapato a las originales. Este periódico publicó entonces una crónica de aquella noche que terminaba así: "acabó su concierto con una espeluznante lectura del stoniano Ruby tuesday. Pero el público quería más. Entonces volvió solo al escenario y dejó para el bis una prueba más de las imágenes devastadoras que dibuja en sus canciones: "Papá llega a casa del trabajo con su camisa amarillenta y Mamá revolotea sobre sus verduras; yo me siento feliz porque mi silla funciona correctamente". Créanme, no suena igual cuando lo dice alguien postrado en una silla de ruedas desde que quedara tetrapléjico tras un accidente de coche que le rompió el cuello a los 18 años. También dijimos que como autor era ácido y sombrío, cómico y macabro, intrépido y sagaz. Su paisano Michael Stipe le dio el primer empujón para que se metiera en un estudio y grabara sus canciones, hermosas y estremecedoras.

De eso hace más de 20 años y ya entonces Chesnutt se desplazaba en esa silla inseparable. 15 hace de su primera actuación en España, en una sala madrileña. En aquella ocasión pidió perdón y se definió como un americano estúpido. En 2009 publicó el que para mí fue el mejor disco del año, At the cut pero hoy hablamos de él porque hemos tenido noticia de que el pasado día de Navidad se quitó la vida abrumado por una deuda creciente a la que se veía incapaz de hacer frente. Había llegado a deber setenta mil dólares a un hospital por los tratamientos y la ineludible necesidad de medicamentos que paliaran sus dolores. Hace unos días la reforma sanitaria que pretende Obama corría el peligro de no salir adelante con la pérdida del escaño por la circunscripción de Massachussets que cayó en manos de los republicanos, ferozmente opuestos a esa reforma que tal vez hubiera podido evitar situaciones como la de Chesnutt. Malditos, estúpidos americanos.

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