la esquina

José Aguilar

¿Cuándo las andaluzas?

FALLARON, en parte, los pronósticos. Mejor dicho, acertaron en lo fundamental: la remodelación ha sido mínima, la imprescindible para cubrir el hueco de Rubalcaba. No del todo, puesto que de los tres cargos que acumulaba el de vicepresidente primero se ha cubierto corriendo el escalafón (Salgado), y algo parecido ha ocurrido con el Ministerio del Interior (Camacho). El tercer cargo, la portavocía, sí ha sido una sorpresa relativa (Blanco). Un portavoz correoso, adecuado para este tiempo de prórroga, al que Zapatero premia su fidelidad de tantos años.

Desde el punto de vista andaluz, la situación ha variado, aparentemente. Antes de la última semana todo apuntaba a una coincidencia de las elecciones generales con las autonómicas en marzo, al término natural de las dos legislaturas. Zapatero ha venido afirmando que no piensa adelantar los comicios que de él dependen y Griñán, por su parte, insiste en que hará lo mismo con los que dependen de él, independientemente de lo que decida el otro. ¿Conclusión? Elecciones conjuntas, como casi siempre.

Lo que ha cambiado es que, con la salida acelerada de Rubalcaba y su sustitución sin sobresaltos ni segundas intenciones la legislatura está más muerta que viva. Rubalcaba no necesita mucho más tiempo para darse a conocer ni ser el foco de atención, los datos del paro mejorarán en los dos meses de verano y los recortes en los presupuestos generales no harán más que diminuir las expectativas electorales del nuevo candidato socialista. Todo lo cual apunta a unas elecciones generales en noviembre, posiblemente el último domingo del mes (día 27).

Así las cosas, falta saber qué hará José Antonio Griñán. No sería ninguna locura adelantar también las elecciones en Andalucía y celebrarlas en la misma fecha que las generales. Todo lo contrario. Por un lado, si al PSOE andaluz le interesa una alta participación para movilizar a su electorado, la experiencia histórica certifica que se vota más en elecciones conjuntas que en andaluzas exclusivamente. Por otro, si se convocan por separado los andaluces habrán sido llamados a las urnas tres veces en diez meses, que es demasiado, y también muy caro. En tercer lugar, entre noviembre y marzo no da mucho tiempo a que un probable Gobierno Rajoy adopte medidas impopulares que lleven a muchos andaluces a castigarle apoyando a Griñán en las posteriores elecciones andaluzas separadas. Finalmente, la legislatura estará casi igual de agotada en noviembre que en marzo (en medio anda un mes singular, como diciembre, y en enero no hay actividad parlamentaria).

Sin embargo, es curioso que Griñán no para de reiterar que no convocará hasta marzo. Si se arrepiente, lo mejor es que lo diga pronto.

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