La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La anécdota y lo importante

Usted es la anécdota, señor Sánchez, y la Cabalgata, el día de Reyes y la vida cotidiana, lo importante

Por mediocre o miserable que sea el actual cartel político y mal que pinten las cosas con el presidente entreguista y débil (¡como se dejó chulear por Rufián!) que se nos viene encima en alas de la extrema izquierda populista y los independentistas, confío en nuestra democracia y sus mecanismos de seguridad. La política debe estar al servicio de la nación y los políticos, al de los ciudadanos. Los políticos son los taquilleros, acomodadores y atrileros del concierto nacional. La partitura es la Constitución. El director obligado a respetarla es el Gobierno. Y los ejecutantes que hacen nacer la música de la vida y el público que la disfruta -o la sufre si el director traiciona la partitura constitucional- son los ciudadanos. La política es servicio y los políticos, servidores del pueblo español en el que reside la soberanía nacional.

En una dictadura, los ciudadanos son los servidores de un Estado identificado con un partido y un demiurgo. En una democracia, la política está al servicio de los ciudadanos. El servidor no puede ponerse por encima de aquellos a quienes sirve. No es cosa de que los políticos se conviertan en los dioses que según Homero traman la destrucción de los hombres para que los venideros tengan algo que contar. La democracia es aburrida. Los historiadores, esos venideros que cuentan los hechos, dedican más atención a los tiranos y las catástrofes que a la normalidad democrática. Franco les interesa más que los presidentes democráticos, Hitler más que Adenauer o Brandt. Lógico: la anormalidad necesita más explicaciones que la normalidad. Por ello aprecio tanto la grisura de la democracia frente a la desmesura trágica. Lo mejor es que los venideros tengan poco que contar.

Hoy y mañana hay algo más importante que la investidura cuyo resultado tan malos augurios convoca. Hoy, la Cabalgata. Esta noche, el sueño nervioso e ilusionado de los niños. Mañana, la felicidad del amanecer más hermoso del año. No se equivoquen, señor Sánchez y dudosa compaña. La Cabalgata ha salido bajo la Restauración, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República, la dictadura de Franco, la Transición y los gobiernos democráticos. No se haga ilusiones. Usted es una anécdota y, salvo que nos lleve a la catástrofe, ocupará pocas líneas en la historia. La Cabalgata, el día de Reyes y la vida cotidiana de los españoles, que espero usted no empeore, son lo importante.

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