La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

25 años del fin del caso Arny

Ningún grupo humano, salvo judíos, negros o gitanos, ha sido tan perseguido durante tantos siglos como los homosexuales

Esta semana se cumplen 25 años de la sentencia del caso Arny. Fueron absueltos 32 de los 47 imputados. Pero el daño estaba hecho. Nunca he presenciado un linchamiento tan cruento, un encarnizamiento tan despiadado empeñado en destrozar vidas. Tenía un aire de populacho medieval alumbrado por antorchas asaltando juderías, de puritanos emplumando pecadoras o señalándolas con una letra escarlata, de inquisidores cazando herejes, de racistas del KKK persiguiendo y ahorcando negros, de camisas pardas en noches de cuchillos largos o de cristales rotos. Se provocó mucho sufrimiento y se acabó -porque hay muchas formas de matar-- con alguna vida. Las víctimas no fueron judíos, ni negros, ni brujas: fueron los señalados como homosexuales. Como entonces -y de ello hace sólo 25 años, aunque cueste trabajo creerlo- muchos, me temo que incluso la mayoría, consideraban la homosexualidad una depravación, se daba por seguro que los señalados eran pederastas.

Las culpas deben repartirse entre la mayoría de los medios de comunicación, que actuaron de acusadores, difamadores y agitadores, y una mayoría social que dio rienda suelta a la calumnia y la homofobia. Unos y otros lincharon pasando por alto la presunción de inocencia -porque un maricón, es decir un depravado, nunca era inocente- y dando rienda suelta a los más rancios y repugnantes prejuicios homófobos. Recuerdo muy bien aquellos días de caza de brujas en los que la murmuración echaba nombres a los leones mediáticos y sociales que mordían más cuánto más populares o prestigiosos fueran. La Justicia también se equivocó imputando sin las pruebas necesarias, como se demostró en el altísimo número de absueltos.

No he exagerado citando precedentes de judíos o negros. La homofobia tiene la misma raíz que el racismo. Ningún grupo humano, salvo los judíos, los negros o los gitanos, ha sido tan perseguido durante tantos siglos como los homosexuales. En Italia parece que se llama despectivamente finocchio (hinojo) a los homosexuales porque se arrojaban semillas de hinojo a las hogueras en que los quemaban. En los campos de exterminio nazis el amarillo identificaba a los judíos, el negro a los gitanos y el rosa a los homosexuales. El estalinismo los condenaba a cinco años de trabajos forzados. Afortunadamente, al menos en los países democráticos, esto es pasado. Pero, como frente a todo brote de odio, no debe bajarse la guardia.

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