La reunión de este jueves en la sede del Paseo del Salón entre la concejal de Urbanismo y el delegado de Cultura se puede quedar en una simple foto o ser el principio del fin de las hostilidades que han venido enfrentando a las dos administraciones responsables del patrimonio en Granada. Si son capaces de dejar a un lado su color político y anteponer los intereses de una ciudad, el esperado vis a vis podría traducirse en algo más que un impulso definitivo para que el Plan Albaicín se convierta en una realidad capaz de superar el limbo de los procedimientos de la documentación administrativa. La línea de buena voluntad de la reunión brilla al final del tunel de fuego dialéctivo que han mantenido Pedro Benzal e Isabel Nieto en muchos asuntos y podría significar una entente cordiale que agilice la tramitación de muchos proyectos que afectan a la vida y la conservación de la ciudad. Pero, para ello, ha de ser mucho más que una foto y una pose de buenas intenciones. El armisticio lo está pidiendo a gritos toda una ciudad.

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