Crónica personal

Pilar / cernuda

l as empresas de ugt

DOCENAS de empresas que gestionan más de 100 millones de euros al año. Ese es el patrimonio de UGT, el sindicato que se encuentra estos días en entredicho porque algunos de sus dirigentes han desviado fondos y utilizado subvenciones para partidas que no tenían nada que ver con las actividades sindicales. Nadie se ha quedado con dinero, declara Cándido Méndez, que ni se plantea dimitir por el escándalo de los ERE aunque los sindicatos son los primeros que se movilizan exigiendo dimisiones en cuanto ven alguna irregularidad en cualquiera que no sea de su cuerda. Pero aquí nada, se prescinde de lo capitostes andaluces y a otra cosa.

El bochorno se vería apaciguado si los sindicatos fueran claros con sus cuentas. Sólo se sabe cuánto ingresan, pero no en qué se gastan sus ingresos. Las subvenciones para los cursos de formación se han utilizado para otro tipo de actividades, nos queda la sospecha de que han fomentado ERE para quedarse con el porcentaje que les correspondía, y algunos de sus sindicalistas han vivido a cuerpo de rey a costa de los dineros destinados a ayudas a los trabajadores. Seguimos sin saber cuánto cobran sus dirigentes pero, por lo que explican algunas de las personas que trabajan en los sindicatos desde hace años, los sueldos del secretario general de UGT es más o menos el de un ministro. Nada que objetar, pero convendría saberlo. Como saber qué tipo de gastos de los secretarios generales costea el sindicato, como ocurre en los ministerios.

Sería conveniente también saber quién gestiona esos 100 millones de la treintena de empresas que pertenecen a UGT, qué sueldos se marcan, qué tipo de empresas son, de cuántos trabajadores dispone cada una y cuáles son sus salarios. Como estaría bien conocer si alguna ha sufrido reestructuraciones internas por la crisis, como en la mayoría de las empresas españolas, y qué tipo de indemnización se ha pactado para quienes han perdido su empleo.

En esta España aparentemente a punto de salir de la crisis pero con millones de ciudadanos que lo siguen pasando mal se debería estar al tanto de las entretelas de las entidades públicas. De todas. Porque vamos conociendo las del Gobierno central, de los autonómicos y municipales, e incluso de las empresas públicas o semipúblicas. Pero de los sindicatos, nada. No vaya a ser que nos ocurra lo que al sindicalista de EEUU que visitó España hace cuatro o cinco años y trasladó a los periodistas su asombro por lo que había visto en las sedes de UGT y CCOO.

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