LA primera comparecencia de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, en un foro informativo de la capital de España ha supuesto una severa autocrítica de quien ostenta hoy la mayor cuota de poder territorial y político en el Partido Socialista Obrero Español. En presencia de Alfredo Pérez Rubalcaba y otros dirigentes de la ejecutiva federal socialista, Díaz se ha alejado del discurso oficial del PSOE acerca de las responsabilidades por el actual conflicto planteado por el soberanismo catalán. Es cierto que señaló la culpa del gobierno nacionalista de Cataluña en la deriva secesionista que se ha acabado convirtiendo en el principal problema político de España y que atribuyó igualmente al Gobierno del PP la autoría de una campaña de "catalanofobia" que condujo a recurrir el Estatuto catalán ante el Tribunal Constitucional y, en definitiva, a recortar sustancialmente sus planteamientos pese a la aprobación por el Parlamento autonómico, el Congreso y los ciudadanos catalanes en referéndum. Pero inmediatamente, y al mismo nivel, hizo corresponsable de esta situación crítica al propio PSOE, y concretamente al ex presidente Rodríguez Zapatero, que alentó desde la cúspide del poder estatal la huida hacia adelante del independentismo al comprometerse, desde la tribuna de un mitin, a aceptar como propio cualquier texto estatutario que saliera del Parlamento de Cataluña, entonces dominado por el tripartito de izquierdas al mando de Pasqual Maragall. De este modo, la presidenta de Andalucía se hacía portavoz y representante de un amplio sector del PSOE disconforme con el que consideran el error más grave del zapaterismo: haber dado alas al nacionalismo catalán y haber impulsado la revisión del Estado constitucional. La crítica de Díaz resultó más significativa por la presencia en su conferencia de Pérez Rubalcaba, vicepresidente del Gobierno Zapatero y que también es el secretario general incapaz de reorientar las posiciones del partido de los socialistas de Cataluña en favor del llamado derecho a decidir, que también fue rechazado con rotundidad por Susana Díaz. Finalmente, la presidenta de la Junta se atrevió a cuestionar otra de las actitudes más polémicas del ex presidente socialista del Gobierno: su triunfalismo sobre la crisis económica y el anuncio de "brotes verdes" que la realidad negó con obstinación, ya que en ese momento España entraba en una segunda, y más profunda, recesión. En definitiva, Susana Díaz ha formulado una crítica y autocrítica de fondo al socialismo en el que milita, y lo ha hecho en uno foro abierto en la capital de España, con la consiguiente repercusión y el eco inevitable en toda la política nacional.

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