La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Estas avispas pican votando

Podía tener razón Susana: ¡basta de pagar con dinero de todos la afición o la devoción de unos pocos!

Por la tarde enmendaron la enmienda que habían presentado por la mañana. Pero podría estar de acuerdo con lo que los socialistas habían presentado antes de caer en la cuenta del avispero en que habían metido la mano. Y de que estas avispas pican votando. Que con dinero público se pague lo universal -como sanidad o educación- y lo demás, ya sean aficiones, devociones o vicios, se lo paguen quienes lo disfrutan. Es decir que, además de suprimir la partida destinada a la conservación y restauración de enseres de alto valor artístico, muchos de ellos catalogados como Bien de Interés Cultural, pertenecientes a las hermandades, como los socialistas habían propuesto por la mañana para retirarlo por la tarde, que se supriman también las partidas destinadas, por ejemplo, a la cultura. Quien quiera oír ópera o música sinfónica, que se lo pague. Quien quiera ver teatro, espectáculos de vanguardia o películas de autor, que se lo pague. ¡Basta de pagar con dinero de todos la afición o devoción de unos pocos!

Al igual que las hermandades, la ópera, la música, el teatro o el cine son aficiones -e incluso devociones en los casos más graves de pedantería- que no tienen por qué pagarles todos los andaluces a quienes las disfrutan. Generalmente, además, gentes pertenecientes a capas sociales medias o altas, lo que explica lo exquisito de la educación que les hace apetecer estos manjares que les sirve la Administración. En esto les ganan las hermandades que son más interclasistas, están implantadas en muchos casos en barrios modestos y se autofinancian a través de las cuotas de los hermanos con la ayuda del alquiler de las sillas. Nada que ver con la sopa boba de la cultura subvencionada de la que se nutren los perezosos y tacaños aficionados a esas otras formas de creación artística; porque de arte estamos hablando en lo que al patrimonio de las hermandades se refiere.

Un patrimonio pagado por ellas desde que encargaron las obras a un Montañés, un Mesa, un Ocampo, un Roldán o un Gijón y cuya conservación han sufragado a lo largo de los siglos. Mejor o peor, y desde luego sin criterio científico; pero no se olvide que el IAPH se creó en 1989 y que las hermandades han cuidado a sus expensas las obras que atesoran, parte fundamental del patrimonio artístico andaluz gestionado y conservado desde el siglo XV hasta hoy por la sociedad civil. ¿O era lo religioso lo que molestaba?

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