Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

El azar y la nieve

ES difícil, a la hora de distribuir responsabilidades sobre los tristes resultados económicos de la pasada temporada de esquí en Sierra Nevada, fijar qué culpa corresponde a la climatología (es decir, al azar combinado con el creciente deterioro medioambiental) y qué a las instituciones y a las personas. En otro negocio es más fácil establecer en qué momento actúa el destino y cuándo la voluntad de los gestores, pero en el caso de una estación de invierno es mucho más complicado. Es más, si al azar se le pone entre ceja y ceja parar los vientos, contener las borrascas y alejar las tormentas por más que se rebele la voluntad humana con su cañones de nieves artificial, sus decavatios y sus pisadores de copos falsos la temporada de esquí se va a hacer puñetas.

Lo que no resulta de recibo es pensar que toda, absolutamente toda la culpa de una mala temporada recae sobre la climatología. La previsión, sin ir más lejos, es una competencia humana indeclinable, incluida la previsión de los malos años meterológicos. Desde la pesadilla de los campeonatos del Mundo de Esquí nadie ignora que las temporadas secas se alternan con las lluviosas, con las ligeramente húmedas y con las desérticas. Y que, a la vista del estado del planeta, es probable que aumente la tendencia a la sequía. Los 3,2 millones perdidos en la última temporada es mucho dinero para una empresa pública, por más que se alegue que buena parte del agujero corresponde a la amortización de inversiones a largo plazo.

¡La amortización y la climatología, dos circunstancias fatales que mueven a su antojo los hilos de la fortuna! Dice el consejero de Innovación Francisco Vallejo que "en el negocio de la nieve quien manda no es el equipo de dirección de la sierra" sino, suponemos, Helios y Eolo. Es una afirmación muy atrevida por dos razones. La primera, porque reduce el papel de los directivos de Cetursa a pasivos monaguillos de los dioses (o coperos, como Ganímedes). Y la segunda, porque si estamos en manos del azar la única salida que nos queda para disfrutar de una ubérrima temporada de nieve es encomendarnos a Eolo y a todas las deidades de la fortuna que quepa imaginar. Igual que aquel alcalde de un pueblo granadino que, en las vísperas del fallido Mundial de Esquí, mandó sacar a los santos en procesión. ¡Para que el balance de la sierra sea positivo, ruega por nosotros!

Bromas aparte, ahora más que nunca es necesaria la previsión y la diligencia pues, al margen de la pluviometría, la crisis económica va a retraer el turismo, incluido el turismo deportivo. Una buena medida es, por ejemplo, revisar las tarifas y replantear toda la oferta y las inversiones. Y así, si truena, todo el mérito no será de santa Bárbara.

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