Cámara subjetiva

Ángeles Mora

De bancos y banquetes

SÓLO algunos periódicos lo han resaltado, pero hace unos días el gobernador del Banco de España ha dedicado una buena regañina a los empresarios por sus elevados márgenes de ganancias, culpándolos de la inflación descontrolada que padecemos y exigiéndoles que contengan sus beneficios. Eso sí, que también contengan -sigan conteniendo, más bien, diría yo- los salarios, para salir de la crisis. Me ha sorprendido un poco que una autoridad así lo diga públicamente. Pero era evidente para todos. La desfachatez con que hoy se enriquecen los unos a costa de los otros no tiene nombre. Y es hora de que se lo pongamos.

Pero no me hago ilusiones. Un año más se reunieron los grandes del G-8 y un año más dejaron caer de su mesa de ricos algunas migajas destinadas a calmar la ansiedad de los pobres, que siempre piden más. Pero los poderosos no pierden sus sonrisas de satisfacción, tras haber tomado cicateros acuerdos que no resuelven ninguno de los candentes temas que llevaban en sus agendas de mandarines.

Y para mayor escándalo -como se ha destacado de sobra- han celebrado el encuentro con un banquete por todo lo alto. No entro en los detalles culinarios ya conocidísimos, pero vayamos al fondo del plato. Comprendo que haya quien opine, con sobrada lucidez, que los G-8 en su mesa-reunión sublimaban la supuesta realidad de colores de nuestro pequeño vivir cotidiano. El símbolo de todo nuestro sistema. Aunque también se comprenderá que haya quién opine, al contrario, que aquí el único color es el del dinero, que nos está llevando demasiado lejos. Con dos únicas alternativas: o se aprietan más las tuercas desde arriba (ese es el horizonte visible) o el sistema cambia para mejorar desde abajo (utopía imposible en la lógica existente).

Pues la lógica existente sólo da para los parches mínimos: reducción de las emisiones de CO2 a casi cincuenta años vista… y una especie de limosna -a plazos- a África para atenuar la subida de los precios y resolver el problema del hambre, la sed, la enfermedad y la muerte cotidiana. ¿Olvidos? Mucho antes del famoso refrigerio, los G-8 habían decidido olvidarse de las ayudas ya ofrecidas para el propio desarrollo africano a partir de 2010. Del problema de los biocombustibles -también en la agenda- ni hablar.

Parece que últimamente los grandes del mundo sólo han tenido agilidad y dinero para salvar a sus bancos de la crisis. Para eso lo reúnen rápidamente. Y a manos llenas. Se entiende: sin la sombra de sus bancos, ¿quién los invitaría a ningún banquete?

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