Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El banderillero de Belmonte

El PSOE va dejando atrás día a día las señas que le permitieron gobernar desde la moderación y la eficacia

El PSOE ha recorrido el camino que separa a Felipe González de Pedro Sánchez de la misma forma que el banderillero de Juan Belmonte llegó a gobernador civil: degenerando. Sólo bajo ese prisma se puede entender que alguien con la experiencia política y el bagaje intelectual de Adriana Lastra se permita decirle a Alfonso Guerra, cuya contribución a que España sea hoy una democracia estable y consolidada nadie discute, que se calle porque su generación ya nada tiene que decir. O que en las redes sociales impulsadas desde Ferraz se le someta a linchamiento por proclamar con la claridad con la que suele hablar lo que piensan muchos votantes socialistas y se tragan una buena parte de sus dirigentes: que el acuerdo con los herederos de ETA para sacar adelante los Presupuestos no tiene un pase. Y que haber derrotado a los terroristas y conseguir que su tapadera política se vea obligada a hacer política institucional no conlleva necesariamente hacerlos tus socios.

Pero lo de Lastra no dejaría de ser una anécdota más, reveladora del estado de la política española, si no nos pusiera por delante la realidad de un Partido Socialista a la deriva, que va dejando atrás las señas de identidad que le permitieron gobernar España desde la moderación y la eficacia durante un largo periodo de nuestra historia reciente. Hoy da la impresión de ser un pelele en manos de un maniobrero con ambiciones como Pablo Iglesias y de un partido de izquierda populista que no tiene otro objetivo que el poder por el poder. Podemos es una especie de carcoma que el PSOE de Sánchez permite que se lo vaya comiendo día a día sin ser capaz de aplicarle ningún antídoto. La negociación de los Presupuestos -quizás por la situación del país, los más importantes en muchas décadas- lo han puesto de manifiesto. Pablo Iglesias y los suyos han hecho lo que han querido, han arrinconado a sus socios de coalición y se han regodeado presentando enmiendas pactadas con los separatistas catalanes y Bildu de las que los socialistas se han enterado por la prensa.

Si la política española fuera normal, la coalición que se formó con riesgo de que Pedro Sánchez no volviera a dormir en su vida estaría hoy rota o en riesgo de romperse. Pero no, todo lo contrario. Podemos crece cada día que pasa y el PSOE se achica. Sólo los más optimistas defienden que una vez que los Presupuestos estén aprobados empezarán a pasar cosas. No es probable: el gobernador civil nunca volvió a torear con Belmonte.

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