Lapidario

Cuando las barbas del vecino ...

Valencia ha sido la primera en ver las orejas al lobo y ha vuelto a decretar el toque de queda y una mayor limitación en las reuniones. El Covid-19 sigue campando a sus anchas, en gran medida debido a la poca concienciación del personal quizá influenciado por la sensación de que todo marcha la mar de bien que dio el Gobierno cuando a bombo y platillo anunció ¡fuera mascarillas!, justo pocos días después de su polémica decisión de indultar a los 'golpistas' de Cataluña. La campaña de vacunación no ha llegado aún a los más jóvenes y no pocos andan desatados porque por algo están de vacaciones. Los menos solidarios son los que protagonizan botellones y no tienen empacho alguno en meterse de lleno en macrofiestas. Éstas son algunas rendijas por donde de nuevo se está colando el bicho. Otra, la mentada sensación de inmunidad frente a la enfermedad, tal como se ha visto el pasado fin de semana en algunas playas de Granada, con unas aglomeraciones espectaculares que son caldo de cultivo para el coronavirus. Un toque de alerta es necesario para evitar el toque de queda.

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