J.M. Sánchez Reyes / Deportes@granadahoy.com

El barrilete Diego la va a liar

Si el Pelusa es un dios, la selección representa para los argentinos algo más que un combinado nacional

EL dios baja a la tierra a ponerse a la altura de los mortales. Hay que tener agallas para enfrentarse al reto de entrenar a Argentina después de haber sido un mito como futbolista. Porque la mitomanía escasamente entiende de entrenadores inolvidables y todos los usuarios de los banquillos son triturados tarde o temprano por la maquinaria resultadista. Además, uno puede haber sido un crack con el balón en los pies y no tener ni idea de cómo gestionar un vestuario. No, no es lo mismo ser entrenador que mito como jugador. A Maradona, sus incondicionales le han perdonado todas sus extravagancias y pecados. Los que no son partidarios de esa religión no serán tan condescendientes porque si el Pelusa es un dios, la selección representa para los argentinos algo más que un combinado nacional.

Mientras los argentinos están divididos sobre la conveniencia o no de dar la escuadra albiceleste a Diego, la prensa de allá está como unas castañuelas. Con él llegó el escándalo. Y a las primeras de cambio. Maradona prefiere como ayudantes a Ruggeri y Mancuso y la Federación pretende mantener a Brown y Batista. La AFA sabía en qué charco se metía. ¿Logrará Maradona comerse los polvorones?

Del grupo de grandes leyendas futboleras los hay triunfantes en sus facetas como entrenador y los hay que ni fu ni fa. El ejemplo más claro de continuidad en el éxito es Johan Cruyff, grande en el campo y grandioso en la banda. Pelé ni lo intentó y Di Estéfano no alcanzó excesiva gloria. No hace falta ser un megavirtuoso del balón para entrenar con cordura. A Guadiola se le veía ya entrenador cuando jugaba. Por contra, Maradona en su apogeo era inimaginable como técnico.

De todas formas, aunque el gran Diego consiga un fracaso sonado al frente de la selección su leyenda seguirá siendo intocable. Más allá de lo que alcance en los banquillos quedará su fútbol, que fue de otro mundo. Por algo se le llamó 'barrilete cósmico'.

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