Público y privado

Miguel Ángel Fernández

Los barrios, en la diana

MUCHO se ha hablado, y se seguirá haciendo, sobre la problemática de los centros históricos. En el caso de Granada, páginas y páginas de periódicos nos ponen al día de planes fracasados, de debates en no pocas ocasiones estériles, de rehabilitaciones que atentan contra valores patrimoniales de edificios singulares, bien en el Albayzín, bien en el resto de nuestro conjunto histórico. Ciertamente la dialéctica, la estrategia de confrontación del equipo de gobierno en el Ayuntamiento de Granada, que es un fin en sí misma, no ayuda en absoluto a la revitalazación de estos espacios de la ciudad. Igualmente, la Consejería de Cultura debería hacer un esfuerzo para que sus decisiones sean comprendidas, ya que en ocasiones es perceptible la falta de contundencia o de pedagogía, si bien es cierto que la deslealtad institucional o el cálculo partidista de quien dirige el Ayuntamiento de Granada hace harto difícil encontrar puntos de encuentro.

No obstante, tras el fragor de desencuentros que suscita esta problemática, en nuestra ciudad, y desde hace ya algunos años, se observa una más que evidente decadencia en nuestros barrios. Esta es también la trastienda de nuestra ciudad, mucho menos a flor de piel pero cuyos efectos sufriremos el conjunto de la ciudadanía conforme pase el tiempo, -la pobreza no entiende de límites entre territorios-. Y es que muchos de los indicadores que alertan sobre el deterioro de los centros históricos, son ya constatables en lugares como La Chana, Cerrillo de Maracena, Zaidín o Cartuja. Por poner sólo algunos ejemplos, en el ámbito socioeconómico podemos destacar el envejecimiento y la pérdida de población, altas tasas de desempleo, problemas de convivencia por la presencia de personas inmigrantes o comercio de cercanía en claro declive. En cuanto al hábitat, se aprecia el deslustre de los equipamientos y espacios públicos, agravado por la falta de mantenimiento y los efectos de una deuda municipal insoportable, o el deterioro de un parque residencial que pasa de un régimen de tenencia en propiedad a alquiler de bajo coste, -o viviendas que directamente se quedan vacías-, lo cual implica ausencia de inversiones privadas en elementos comunes de muchos edificios o en el interior de las propias viviendas. Y todo ello aderezado con unos recortes sociales que afectan a servicios sociales municipales de cercanía que todavía irán a más con la puesta en marcha de la capciosa, -el título además es burlesco-, nueva Ley de racionalización y sostenibilidad de la Administración Local. Una Ley que deja sin competencias a los Ayuntamientos y que se transfieren a la Comunidad Autónoma sin asignación presupuestaria por parte del Gobierno de España.

Indudablemente la problemática de los centros históricos, por esta Ley y por la estrategia de confrontación del PP en el Ayuntamiento de Granada, continuará una decadencia hiriente de valores patrimoniales amputados, del mismo modo que en breve los barrios pasarán a estar en el centro de la diana de los problemas públicos sin que exista una Administración con capacidad económica para hacerles frente. Así de crudo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios