Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

La batalla de Madrid

Con balas, navajas, burda división entre 'fascistas' y 'comunistas' se intenta reabrir la España cainita

Todos debemos proclamar la absoluta repulsa a las amenazas de muerte recibidas por políticos diversos -Iglesias, Marlaska, Gámez, Reyes Maroto, Ayuso, Zapatero…-, con balas y navajas incluidas en las misivas y hasta, en algún caso, con remite para que la policía no pierda su tiempo en buscar a los autores de tan execrables acciones, ni con la atenuante de sus presuntas perturbaciones mentales. Tales hechos abominables han cobrado singularidad al coincidir con la campaña de las elecciones del próximo martes para la comunidad de Madrid y sentimos asco aunque estemos acostumbrados a las amenazas y odio difundidos en redes sociales y hasta de raperos contra políticos, periodistas, toreros, con los que, a veces, algunos descerebrados no sólo le desean la muerte, sino que bailarían sobre su cadáver. Amenazas viles -como lo fueron las de aquellos militares jubilados que chateaban con la necesidad de fusilar a la mitad de los españoles-, pero a los que hemos vivido los tiempos de tiros en la nuca, atentados colectivos de inocentes, cometidos por ETA y, posteriormente, por los terroristas islamistas, y los que conocemos, aunque no hayamos vivido, la tradición cainita, reflejada en nuestra guerra civil y la feroz represión franquista, nos repugna que se intente revivir esa tradición de dividir a los españoles, como se está haciendo en Madrid, en dos bandos inexistentes, el fascismo y el comunismo, de tan infausto recuerdo en la historia no sólo de España, sino de Europa. Olvidando que fue un comunista como Santiago Carrillo y miembros salidos de la estructura franquista, como Adolfo Suárez, los que hicieron posible una España en convivencia y libertad.

A derecha -sobre todo con el extremismo de Vox con mensajes racistas, xenófobos, etc.- y a Izquierda, con Podemos justificando ataques en Vallecas o colgar de un puente imágenes bocabajo de Abascal y Monasterio, como de Mussolini y su mujer tras su ejecución. Unos y otros no sienten pudor de intentar resucitar ese letal cainismo de las dos Españas que tienen poco que ver con la actual. Incluso un hombre ilustrado y moderado como Gabilondo ha caído en ese simplismo dictado. Los madrileños no creo admitan esa trampa y votarán de acuerdo con sus convicciones y lo que haya quedado en la campaña de soluciones a los problemas reales de la ciudadanía. Los votantes de opciones de derechas o izquierdas no se sentirán 'fascistas' o 'comunistas' per se. Madrid, como el resto de España, es plural y las concentraciones ideológicas son limitadas, porque lo importante es la vida, la seguridad y, sobre todo, la libertad. Ni balas ni navajas, ni indiscriminadas divisiones en buenos y malos deberían ser el centro de cualquier campaña en una democracia. España no debe ser diferente.

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