El Gobierno ha aprobado un proyecto para fomentar el uso de la bicicleta en las ciudades y pueblos de España. La relación de la Granada con las bicis no es fácil. Por un lado, el perfil no invita a pedalear a los que no están sobrados de forma (física, se entiende), porque hay cuestas que se las traen. Luego, el centro y barrios del casco antiguo no dan para abrir carriles bici porque no hay sitio salvo que entre una excavadora como elefante en cacharrería o que se haga del ciclista el gran privilegiado a la hora de circular. En cambio, hay partes nuevas de Granada que sí cuentan con avenidas amplias en la que pueden convivir viandantes y 'circulantes' de todo tipo de vehículos, bicicletas incluidas. De momento, lo que se impone es la convivencia entre conductores, ciclistas, 'patineteros' y demás inventos que están por llegar. Para ello, está la ley, en este caso las normas recogidas en el código de circulación. En otras palabras, para exigir hay que cumplir porque no hay pocos ciclistas que quieren todos los beneficios pero que se saltan las normas de tráfico con la misma facilidad que los semáforos en rojo.

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