Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

La bombilla nacional

EN un país como el nuestro, en el que todo lo "nacional" se ha transmutado en "nacionalista", ahora surgen algunos, como el Ministro Sebastián, que, en un empeño por hacernos consumir en época de crisis, se ha convertido en paladín de los productos tipical spanish, y así quiere que sustituyamos el gasto de unos 150 eurillos de nada en productos extranjeros por los made in Spain. Pero es que la receta ministerial, que puede no estar mal para quien se pueda gastar lo dicho -aunque tal y como está el percal a la mayoría sólo le llega para comer lo justo-, ha encontrado ya su primer enemigo en su propio cocinero, porque ahora Sebastián piensa gastarse la friolera de 400 millones de euros en un total de 49 millones de bombillas chinas de bajo consumo que quiere "regalarnos", eso sí, después del susto que nos hemos llevado con el facturón de luz de primeros de año tras la acordada subida.

Bombillas chinas, porque Sebastián made in Spain dice que no hay en el mercado nacional y que, por eso, hay que acudir a comprarlas al lejano oriente. Y es que a nosotros no se nos puede ocurrir entrar en los chinos a comprar un juego de vasos o un florero, es antipatriota, pero él sí que puede ir al mercadillo oriental y gastarse 400 milloncejos de nada en las bombillas de las marras. Aunque su capricho por no dar ejemplo no es lo peor, lo más grave es que la empresa vasca Cegasa, fabricante nacional de bombillas por antonomasia, tiene graves dificultades económicas, hasta el punto de que ha presentado un ERE para despedir a más de 1.200 trabajadores. Y Sebastián, en vez de dedicar esa millonada de euros a ayudar a las empresas y ciudadanos de España, se los da a los chinos, y, a cambio, nos regala a los españoles -primero 22 millones, aunque el total de la "operación bombilla" asciende a 49 millones- bombillas chinescas para sacarnos de las sombras, redimirnos de nuestras penurias económicas, ayudarnos a salvar al planeta y, de paso, hacerse un poquito de publicidad, que hay campañas electorales autonómicas en marcha y, tal y como está el percal, la cosa se presenta oscurilla.

Pero es que la invasión de las bombillas chinas, puesta en marcha a bombo y platillo, ha arrancado con bastante cutrez, ya que no se ha entregado ni una en Aragón, comunidad en la que oficialmente comienza el bombillazo, y es que, para recoger las dichosas lamparitas, hay que presentar en Correos -a quien se ha adjudicado la operación-- un bono-vale-pasaporte a la biosostenibilidad que viene con una factura de la luz que muchos no han recibido todavía y, a los que les ha llegado, aún les dura el síncope. En fin, que, ante el bombillazo que nos espera, les propongo que las devolvamos todas a la Moncloa, a ver si aprenden a dejarse de tonterías y a reflotar el país.

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