Las elecciones andaluzas han castigado la brocha gorda. Los hiperlíderes ultraindignados ya no se llevan. Las parodias de Olona no han gustado a la afición. La intervención a gritos en Marbella de la fratelli italiana Meloni espantó con sus letanías integristas contra "los lobbies LGTB, la ideología de género, la inmigración, la violencia islamista, las grandes finanzas internacionales, los burócratas de Bruselas o la destrucción de nuestra civilización". Ni los ultraconservadores compran el apocalipsis.

Pasa igual en el otro extremo. Podemos, que sigue gobernado por Pablo Iglesias desde la sombra y el rencor, continúa perdiendo el favor de su público. Y cuando el secretario general del PCE dice que la OTAN ha provocado la guerra de Ucrania usa una brocha soviética a la que se le secó la pintura. Estamos en una fase escéptica. Ni siquiera conmueven medidas paliativas como el paquete anticrisis de 9.000 millones de euros decidido ayer por el Gobierno, que intenta alejarse del ruido.

Falta fineza. Cuca Gamarra resumió a la tremenda la noche electoral: "Andalucía ha respondido a 40 años de inacción, letargo y desidia, y ha dado una lección de libertad, democracia y compromiso con su tierra". Argumento débil: si los andaluces votaron el 19-J contra décadas de gobiernos socialistas, se infiere que antes hicieron el estúpido votando al menos 10 veces inacción, letargo y desidia. Según Gamarra, sólo cuando votan al PP actúan con libertad, ejercen sus derechos y demuestran compromiso con su tierra. Así se fraguan las teorías de los gobiernos legítimos e ilegítimos. La humildad de Moreno no llega a la número dos del PP. Debería decirle que hay que saber ganar.

Aquí hay empate en incompetencia. En la noche electoral también salió a la palestra la número dos del PSOE, Adriana Lastra. Y dijo que el PP había pasado del "inmovilismo a la involución". Había preparado el discurso para un resultado con Moreno a merced de Olona y no supo cambiarlo. Se dice que Lastra está calentando la banda por si hay que sustituir a Sánchez; hay quien no tiene abuela. La noche el 19, redujo el mérito de Moreno a los fondos que recibió del Gobierno central y recordó que el PP gobierna en Castilla León con Vox, para concluir que "ha pasado con Feijóo del inmovilismo a la involución". Espadas podría decirle a esta señora que hay que saber perder. Y mientras Gamarra y Lastra quedan en evidencia, Teresa Rodríguez, que viene del espacio de la provocación, se ha reciclado de anticapitalista a andalucista y cogió el pincel fino en esta campaña con éxito.

La política sirve para resolver problemas. Los dirigentes deberían saber que los hiperliderazgos no duran y nada dejan detrás. Y la indignación es un combustible efímero si no incluye propuestas positivas. La moda de la brocha gorda está en crisis.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios