M. De La Corte

Una burbuja sinfónica

Barenboim brilla con la Staatskapelle de Berlín durante la interpretación de 'Symphonia: Sum Fluxae Pretium Spei', una de las obras orquestales más grandes de Elliott Carter

EL Palacio de Carlos V contuvo ayer toda su expectación en una burbuja musical única. Symphonia: Sum Fluxae Pretium Spei sobrevoló en la segunda noche de Barenboim y la Staatskapelle de Berlín con toda su complejidad melódica y, sobre todo, con toda su sorpresa.

Era un momento especial porque el director escogió una de las obras orquestales más grandes de su admirado Elliott Carter (1908), uno de los compositores más prolíficos y veteranos del mundo, que hizo en esta obra un homenaje a la cambiante condición humana, efímera y fugaz. También habló de amor con dos célebres momentos sinfónicos de Wagner en Preludio y Muerte de Amor de Tristán e Isolda y la Obertura de Die Meistersinger von Nürnberg.

Barenboim logró el reto de echar a volar esa burbuja que Carter tenía en mente cuando compuso la obra. De hecho, incluso se puso didáctico y ofreció una charla de algo más de diez minutos al público, al que le dijo: "Seguro que ninguno de los presentes ha escuchado antes esta obra". Y añadió un consejo: "Presten atención a los metales".

Energética y explosiva en su primera parte, Partita, sigue evolucionando en sus siguientes movimientos: Adagio tenebroso, más grave y que como cuenta David Schiff el autor comparaba con las visitas que Carter realizaba con su familia cuando era un muchacho a los campos de batalla del norte de Francia; y Allegro scorrevole, más meditada, y con similitudes con el scherzo de la Reina Mab de Berlioz. Por instantes, más ligera y flotante.

Aunque cada una de las partes pueden ser interpretadas individualmente -de hecho Barenboim estrenó en el 94 Partita con la Orquesta Sinfónica de Chicago-, la intención de su autor era crear un todo integrador. No se lo pone fácil a los músicos, con quienes mantiene un continuo pulso que enriquece la obra. En alguna ocasión, el compositor estadounidense ha dicho que es para ellos para quienes escribe.

Hace falta mucho dominio para interpretar una sinfonía repleta de los grandes dones de Carter, con una estructura inusual que debe tocarse sin dividir la orquesta en distintos grupos instrumentales -como es la costumbre-. Pero Barenboim lo consiguió.

Basada en el poema del escritor inglés Richard Crashaw titulado Bulla (Burbuja), tienen gran protagonismo los instrumentos de viento y las explosiones de percusión. Carter escogió el último verso de este poema para titularla: "Soy el premio de la esperanza pasajera". Una esperanza que se queda suspendida en el aire.

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