¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

De cacerolas y discursos

El señor presidente ha entrado en bucle. De Churchill a Maduro hay sólo un paso, y él está a punto de darlo

Está bien el documental de Stanley Nelson sobre Miles Davis, Birth Of The Cool. Lo ponen en Netflix y es un recorrido por las peripecias artísticas de aquel negro dandy, yonki y malaje que tocó como nadie la trompeta. El sábado pasado, a las 21:00, lo estábamos disfrutando heroicamente en nuestro sofá cuando nos sobresaltó un estruendo de ollas, cacerolas, peroles, sartenes y otras cacharrerías; una especie de fanfarria doméstica, de sinfonía Magefesa, que nos sacó del estado hipnótico en el que nos habían sumido las notas de Kind of Blue. Descartada una protesta contra Su Majestad Felipe VI (nuestra calle es leal a la flor de lis), pronto nos llegó la información de que aquel chocar de cazos era para afear al Gobierno su gestión del asunto coronavirus. También, imaginamos, fue una especie de venganza (comida fría, como todas) por la cacerolada contra el Rey de la semana pasada, que en algún barrio bobo de la ciudad (en el sentido francés de la palabra) había sido muy sonada, según nos comentaron algunos de sus más ilustres vecinos. Por lo visto estos días la cosa funciona así: a las 20:00 salimos todos juntos a los balcones y ventanas, aplaudimos a los sanitarios y ponemos algo del Dúo Dinámico o de la banda del Soria 9; a las 21:00, nos agarramos por los cuernos, sacamos las baterías de cocina y damos rienda suelta a nuestro endémico espíritu cainita; finalmente, sobre las 21:15, nos volvemos a sentar todos juntos, ponemos la tele y vemos el discurso del día de Pedro Sánchez, que le ha cogido cariño al micrófono, como un borracho en el karaoke, y no para de lanzarnos larguísimos y soporíferos discursos en los que mezcla la retórica belicista con el peloteo a la ciudadanía. El señor presidente ha entrado en bucle y alguien de su equipo debería advertírselo. De Churchill a Maduro hay sólo un paso, y él está a punto de darlo.

Será que hoy nos hemos levantado equidistantes y de extremo-centro, pero sinceramente no vemos motivos para ninguna de las dos caceroladas. Están fuera de lugar y motivadas más por las antipatías ideológicas que por las ganas de ayudar. Y más en estos momentos en los que la angustia ha llegado a muchos hogares, en los que están muriendo personas y lo único que se nos pide es un poco de serenidad. Es muy simple: después del aplauso y el momento We Are The Champions uno se tumba en su sofá, esquiva como pueda el discurso de Sánchez, se pone una película de su agrado y se deja llevar. El documental de Miles Davis, por ejemplo, es una buena opción. El negro tocaba la trompeta como los ángeles.

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