Un barrio que ha permenecido aislado tanto tiempo por medio de un muro, que ha esperado durante años el soterramiento de esas vías del tren que lo atraviesan y que recibió como solución una pasarela que por las noches parecía una trampa mortal, no puede aplaudir acaloradamente a unos gobernantes, del color político que sean, por anunciar su apertura definitiva para dentro de unos meses. Es un derecho. Pero en Granada todo lo que tarda menos de 20 o 30 años en resolverse es un logro y ahí sí que hay que felicitar a los políticos que alternativamente en el gobierno han contribuido a la solución.
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