La Rayuela

Lola Quero

lolaquero@granadahoy.com

La calima cegadora

Hay problemas alrededor, como esa pobreza silente que no nos interesa ver, hasta que pasan cosas y abrimos los ojos

Accidente atmosférico consistente en partículas de polvo o arena en suspensión, cuya densidad dificulta la visibilidad. Esta es, según la RAE, la definición de calima, esa nube naranja que nos ha envuelto durante unos días y que ha dejado un rastro de barro adherido a cualquier superficie. Suelos, paredes, semáforos o cristales tienen unas chorreras marrones que no sabemos hasta cuando estarán allí, posiblemente hasta que una tromba de lluvia limpia lo aclare todo y amanezca uno de esos días en los que todo parece nuevo o recién pintado.

A veces, aunque sea de forma fugaz, hay situaciones y personas que actúan como chorros de agua clara para sacarnos de la ceguera o invisibilidad de una calima en la que vivimos la mayor parte del tiempo. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando vemos caer las bombas en Ucrania sobre personas como nosotros y descubrimos que el mundo no es ese remanso de paz con problemas triviales en el que creíamos vivir. Y que durante años, con acciones u omisiones, alimentamos ambiciones e ideas que desembocan en esto.

También hay ejemplos más cercanos. Esta misma semana, todavía con la calima en el aire, el Defensor de la Ciudadanía en Granada, nos abría los ojos con la presentación de 131 páginas llenas de problemas "de carne y hueso", de dramas que afectan a miles de personas que conviven en esta ciudad. Con esos vecinos cargados de desesperación nos cruzamos a diario, pero no nos vemos de verdad. Será el polvo en suspensión. El caso es que sabemos que hay problemas para acceder a la vivienda, que hay mucho paro, que la pandemia ha provocado hambre o que hay zonas de la ciudad donde la gente pasa muchas horas al día a oscuras y sin electricidad para calentarse, aunque paga sus recibos. Pero cada uno tiene sus líos.

Prueba del camuflaje del drama humano que tenemos en nuestras narices es la "pobreza vergonzante". El informe del Defensor desvela que en estos momentos abundan las personas y familias que tienen grandes dificultades por la crisis, pero no pueden acceder a las prestaciones sociales. Ellos mismos deciden permanecer ocultos y silentes por la vergüenza de haber llegado a esa situación en un mundo de triunfadores, en un entorno de feroz competencia socioeconómica.

También sabemos que hay trabajadores de algunos sectores profesionales que llevan mucho tiempo diciendo que han llegado a su límite, porque la dura tarea del campo o la del camión no les da para comer. Nos lo contaban desde antes del coronavirus. Pero no ha sido hasta ahora, cuando vamos al supermercado y no encontramos pescado o frutas frescas, el momento de descubrir que nuestro mundo seguro es en realidad muy frágil.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios