Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

El cáliz

La renuncia del Gobierno al control de la pandemia cuando aún no se ha alcanzado el pico de esta ola es un error político

Ha dicho el presidente del Gobierno español que debemos acostumbrarnos a "convivir con el virus". Son palabras consecuentes con las últimas decisiones de la Comisión de Salud Pública, el órgano político que gestiona de forma cooperativa entre gobierno central y comunidades autónomas las actuaciones contra la pandemia, de que no se adoptarán medidas adicionales para frenarla, excepto insistir en la vacunación, mascarillas y poco más.

Convivir con el virus y acabar con la excepcionalidad es deseable pero prematuro hoy en día por varias razones. La salud pública trabaja siempre para reducir la incidencia de cualquier enfermedad, por ejemplo, para tener menos cánceres o infartos. Es uno de los factores más importantes en el aumento de la longevidad que disfrutamos en nuestra sociedad. Así que "convivir con el virus" sería conseguir que vivamos en un país con la menor incidencia, ingresos, UCI y muertes posibles por causa del coronavirus. ¿Cuáles serían esas cifras?

Este año 2021 las mejores cifras las tuvimos a principios del verano y del otoño, con 11 muertes, 391 personas en UCI y 1238 personas en hospitales de promedio semanal. Por contra, esta última semana esas medias han sido de 99, 2.078 y 12.560, respectivamente; es decir, entre 5 y 10 veces más que las mejores cifras. Por tanto, estamos todavía muy lejos de esos valores, sin siquiera haber llegado al pico de esta ola, lo que ocurrirá hacia finales de este mes.

Las palabras del presidente también pueden interpretarse de otra manera, como esa frase histórica atribuida a Jesucristo y que reza "aparta de mí este cáliz", atendiendo a la actitud de las comunidades atuónomas gobernadas por el PP de utilizar la pandemia para la lucha política; el presidente renuncia a seguir peleando por la gobernanza común de la pandemia. El Gobierno de España hizo muy bien algunas cosas, sobre todo la estrategia de vacunación y el primer confinamiento. Ambas medidas nos han ahorrado miles de contagios, enfermos y muertes. La renuncia del gobierno central al control de la pandemia, cuando todavía no se ha alcanzado el pico de esta sexta ola -y hay numerosas incertidumbres científicas y sanitarias sobre el futuro de esta pandemia- es un error político que creo que le pasará factura. Pero, sobre todo, es un signo más del fracaso del modelo de Estado que tenemos, que se acerca más al caos que a la gobernanza.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios