El calor mata

Múltiples investigaciones demuestran que las altas temperaturas aumentan los insultos y la violencia

De seguir así la escalada del termómetro en los veranos que nos quedan de vida, tal y como auguran los expertos, llegará el momento en que se hagan necesarios al comienzo del estío esos carteles intimidatorios que imiten a los del tabaco: El calor mata. No es nada nuevo que el exceso de calor caldea los ánimos. El otro día se sumaba la Universidad de California a esas múltiples investigaciones que demuestran que las altas temperaturas aumentan los insultos y la violencia, mientras que frenan el razonamiento. Nada nuevo bajo el sol, nunca mejor dicho. El otro día pude comprobar en La Herradura como un energúmeno sudoroso estuvo a punto de liarse a puñetazos con un automovilista que simplemente le había dicho que corriera por otro sitio que no fuera la calzada, que es por donde iba el energúmeno corriendo. Por su boca salieron todo tipo de tipo de sapos y culebras en forma de palabrotas hacia el pobre automovilista, que, encima, llevaba toda la razón. Dice ese referido estudio que las palabrotas se disparan en Twitter los días que se superan los 40 grados. No me extraña. Aunque al energúmeno de mi historia no le hiciera falta usar las redes sociales para soltar su florilegio de insultos. También las olas de calor siempre se han asociado con crímenes graves. Hay constancia de que en los días con temperaturas por encima de lo normal, aumentan los sucesos violentos. En Estados Unidos entre un cinco y un diez por ciento. Aquí creo que debe pasar lo mismo. En el primer verano (a mediados de los ochenta) que me tocó cubrir los Sucesos en el periódico, tuve que escribir sobre un hombre que mató de un tiro con una escopeta de caza a un joven motorista que todas las tardes pasaba por la calle haciendo rugir su moto con escape libre. Cuando el juez le preguntó al acusado por qué le había disparado al joven motorista, éste se limitó a decir: "No me dejaba dormir la siesta". Ya lo contó también Albert Camus en su novela El Extranjero: "Maté en una playa de Orán a un hombre al que no conocía porque hacía calor". El sofocante bochorno hace igualmente que aumenten los suicidios. Faulkner habla de ellos en su Luz de agosto, donde el calor tiene abotargados y sin voluntad a sus personajes. Yo creo que por eso Pedro Sánchez aboga por la eliminación de la corbata, por si acaso a alguien le da por utilizarla en una viga. Pobre hombre.

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