La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Así nos ha cambiado el coronavirus

El traspiés de la vacuna de Oxford no es ninguna tragedia: el proyecto sigue y ya sabemos que es serio y transparente

La vacuna contra el Covid-19 que se está desarrollando en Oxford.

La vacuna contra el Covid-19 que se está desarrollando en Oxford.

Ni era cosa de los chinos ni era nuestro sistema sanitario tan robusto como pensábamos. Eso lo aprendimos rápido. Malcontamos contagios y muertes, vimos colapsar las UCI de los hospitales y las residencias de ancianos nos despertaron del fallido sueño del Estado del Bienestar. Se paró todo; paramos todos. El Real Decreto 463/2020 del 14 de marzo declaró el estado de alarma, el Gobierno dio oficialidad al confinamiento y las autonomías, sin excepción, asumían el mando único de Madrid. La crisis del coronavirus no nos libraría de la rebelión independentista pero al menos la acallaba. Comprendimos, también, que hasta las crisis se pueden (y se deben) relativizar.

Seis meses después, la vuelta a las aulas -desde las guarderías hasta la universidad- se ha convertido en el gran barómetro colectivo del coronavirus. Lo extraño es que parecemos empeñados en suspender. Por acción y por omisión. Mirando hacia atrás y hacia adelante. Porque se improvisa y porque se planifica. Ajustando cuentas con lo gestionado hasta ahora y cuestionando que seamos capaces de afrontar las siguientes fases de la pandemia: la sanitaria que también discurre en los laboratorios y, sobre todo, la económica y la social.

La interrupción de los ensayos clínicos de la vacuna de Oxford, la que vendrá a España y se planea distribuir en Andalucía, es un ejemplo. Con la misma intensidad con que se han multiplicado las críticas a la circular del 3 de septiembre de la Consejería de Educación para el inicio de curso, se ha cuestionado esta semana que Salud hubiera organizado un calendario de vacunación con los grupos más vulnerables para finales de año. ¿En qué quedamos? ¿Llegamos tarde o nos precipitamos?

Quiero pensar que es la política, la mala política, la que retuerce los mensajes y enturbia el debate. Y es que no sólo en Madrid se ha activado un reloj electoral que está imponiendo la crispación, la negatividad y el alarmismo como cóctel compartido de la refriega partidista. Hay motivos para criticar pero no para el derrotismo.

No estamos en marzo. El mapa de rebrotes es preocupante pero la situación de los hospitales es completamente diferente: los casos graves y las muertes son mínimos y ya hay tratamientos como la dexametasona que están reduciendo de forma muy significativa la letalidad del virus. La coincidencia de la gripe con el Covid-19 pondrá de nuevo a prueba el músculo de nuestros sistema sanitario pero llegan noticias positivas del hemisferio sur: allí está terminando el invierno y en la mayoría de los países la incidencia de la gripe ha sido ínfima. En Australia, por ejemplo, se han diagnosticado 10 veces menos de casos. Ahora todos llevamos mascarillas y seguimos limitando los contactos cercanos; clave para el Covid pero también para el virus común de la gripe.

La vacuna de Oxford ha sufrido un revés pero el proyecto sigue adelante. La ciencia tiene sus ritmos y sus procesos. Tal vez el problema de fondo sea la seriedad y la transparencia con que están trabajando en la universidad y el foco de tiempo real con que desde los medios estamos contando el desarrollo de la vacuna. Ni ellos están acostumbrados a que los analicemos con lupa ni nosotros a que se nos revele abiertamente que surgen problemas. ¿Se imaginan a cualquiera de nuestros gobiernos asumiendo ese desgaste? Impensable.

La OMS ya habla de 2022 como plazo razonable para distribuir de forma masiva la vacuna -la de AstraZeneca, Moderna y BioNtch-Pfizer o alguna de las 200 que están en desarrollo-. Es bueno que nos ayuden a pisar la realidad; a entender que sería suicida seguir dándole patadas hacia adelante al calendario escolar y que poco importa si lo llamamos "contagio" o "transmisión comunitaria". Porque no somos capaces de rastrear los brotes de Covid. Tendremos que seguir haciendo PCR, acortar las cuarentenas, mejorar los tratamientos y compaginar el mapa sanitario con los balances de cierre y apertura de centros. Asumir, en definitiva, que en seis meses nos ha cambiado el coronavirus y que ha sido sólo el principio.

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