La actualidad política cada vez nos proporciona nuevos motivos para la inquietud. Esta semana hemos conocido que Pilar Baeza, candidata de Podemos a la Alcaldía de Ávila, fue condenada en 1985 a 30 años de cárcel por haber sido cómplice de un asesinato. Y aunque desde el punto de vista legal nada lo impide, no parece la mejor biografía para asumir la responsabilidad de representar a sus convecinos.

Del lance, me interesa sobre todo la reacción de su partido. Dos son los argumentos utilizados para refrendar tal nombramiento. El primero, expresado por Pablo Fernández, líder de Podemos en Castilla y León, alude a las reglas: "Ya ha saldado su deuda", señala Fernández, y "cumple con nuestro código ético". El segundo, con un fuerte matiz ideológico añadido, procede de Pablo Echenique: "Se trata de una mujer que fue violada". Esto último, además de incierto (jamás hubo un proceso por esa presunta violación), avala implícitamente la venganza como medio legítimo para solventar los conflictos y bendice métodos que creíamos desterrados en toda sociedad civilizadamente organizada.

Que el pasado de Baeza encaje en la ética de Podemos es algo que no sorprende. El mismo Pablo Iglesias se enorgulleció en su día del apaleador Andrés Bódalo. Es proverbial el trato amable de la ultraizquierda con sus propios delincuentes, con frecuencia presentados como héroes que, frente a la "injusticia", no encuentran reparo en saltarse las leyes. Contrasta esa laxa permisividad con la saña con la que afean la paja en el ojo ajeno: si la falta, por leve que sea, se detecta en las filas enemigas, eso validará una cacería feroz hasta expulsar al implicado de la vida pública o, incluso -recuerden a Rita Baraberá- hasta empujarlo a la muerte.

Esta doble vara de medir me asquea y me indigna. Titulaciones dudosas, dineros que se ocultan, amigos beneficiados y un largo etcétera de irregularidades a veces no probadas se elevan como muros infranqueables cuando el autor no comparte colores. Resulta inaceptable el poder que se atribuyen de determinar lo que es moral y lo que no. Ni son superiores, ni monopolizan la verdad, ni pueden guillotinar a capricho a quienes se les oponen.

No, Pilar Baeza no es, ni será, una candidata ejemplar. Lleva sangre en sus mochilas. Y ni imaginarme puedo qué hubieran dicho de ella estos neopuritanos sectarios si en vez de mujer fuera hombre y se arropara en otras, para ellos siempre abyectas, banderas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios