Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Todos a la cárcel

El día en el que el PP llevó el Estatut al TC desencadenó una espiral de acción-reacción que está en el origen de todo

La imputación de 13 líderes del Procés por el delito de rebelión puede acarrearles décadas de cárcel y corre el riesgo de convertirse en una profecía autocumplida, en una acusación cuyo planteamiento alberga en sí el germen de su realización. La rebelión conlleva necesariamente la comisión de actos violentos y son muchos los expertos que consideran que no los hubo. No importa… ya los habrá. Regida por el principio de que a cada acción sigue una reacción, de que cada causa provoca una consecuencia ineludible, la deriva secesionista ha adquirido un carácter mecánico del que, si no se corrige, es fácil predecir el desenlace. El día en el que el Partido Popular llevó el Estatut al Constitucional desencadenó una espiral de acción-reacción que está en el origen de lo que ha venido después: las protestas crecientes, la huida hacia adelante de dos partidos nacionalistas infectados por la corrupción (el PP español y la antigua Convergencia catalana), la celebración del referéndum, la actuación desproporcionada de algunos miembros de los cuerpos de seguridad, la declaración ilegal de la república independiente, la aplicación del 155, las fugas al extranjero, el presidio… la tragedia de pasado mañana.

La permanencia duradera de los políticos independentistas en prisión o en el exilio impedirá la paz, aumentará la brecha social y hará posible, quizás hasta probable, la ruptura entre Cataluña y el resto de España. Las condenas por rebelión (si llegan) provocarán la rebelión y la violencia real, con lo que habrá que privar de libertad a más gente mientras no pocos enloquecidos exigirán que se les aplique la pena permanente revisable. Si se dejan las decisiones en manos de los jueces este bucle no tendrá fin. Fueron políticos quienes hicieron dejación de funciones y trasladaron a los tribunales un problema que sólo puede tener un arreglo negociado por los propios políticos.

Soy partidario de derribar fronteras y no de levantarlas, deseo que Cataluña siga formando parte de España y no se me oculta que muchos dirigentes autonómicos han jugado sucio y tratado de aprovechar en beneficio propio el legítimo sentimiento independentista de buena parte de la población. Pero el delito de rebelión no lo veo. Y esta historia recuerda cada vez más a la de Ramona Caraballo, la niña que, cuenta Eduardo Galeano, regalaron y pusieron a servir en una casa de Montevideo de "esclavita", "a cambio de nada". Al cabo del tiempo llegó su abuela, le propinó una tremenda paliza y le dijo: "No te pego por lo que hiciste, te pego por lo que vas a hacer".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios