El caso Rushdie

Nuestra izquierda más extrema siempre se ha mostrado muy cautelosa con respecto a Salman Rushdie y ha guardado silencio tras el atentado

El día del atentado yihadista contra los humoristas de Charlie Hebdo, en París, en el que hubo once muertos y doce heridos, el programa de humor Zapeando, que se emitía en horario de sobremesa, no incluyó ni una sola referencia al atentado, que había ocurrido por la mañana y del que con toda seguridad habían llegado las noticias. El programa dedicó un apasionado debate a esos albornoces veraniegos que dejan al aire la "tortuguita" (grandes carcajadas entre los tertulianos, ojos en blanco, codazos), y después se enzarzó en una discusión sobre las ventajas e inconvenientes de llevar tanga. El programa concluyó con un divertido concurso de devorar flanes. Ese día de 2015, dos yihadistas habían cometido el peor atentado conocido contra otros humoristas por el simple hecho de llevar cabo su trabajo de humoristas. Pero nuestro programa de humor progresista, siempre dispuesto a despellejar a un concejal corrupto del PP, no dijo ni mu. El progresismo más progresista jamás visto en la historia del progresismo universal guardó un cauteloso silencio. Curioso, cuando menos.

Y lo mismo podría decirse sobre la fatwa del ayatolá Jomeini que en 1989 condenó a muerte al escritor Salman Rushdie y a todos los traductores y editores de su novela Los versos satánicos. Bajo la acusación de blasfemia, el ayatolá pidió a los buenos musulmanes que mataran a Rushdie y a todos sus colaboradores. Rushdie tuvo que ocultarse y empezó a vivir protegido por la policía inglesa. Y la semana pasada, 33 años más tarde, Rushdie fue acuchillado mientras participaba en un acto literario en el estado de Nueva York.

Pero nuestra izquierda más extrema también se ha mostrado muy cautelosa con respecto a Rushdie. Los mismos que se desgañitan contra la ley mordaza del PP han guardado un prudente silencio cuando se trataba de Rushdie. Pablo Iglesias, por ejemplo, que empezó su carrera en una televisión pagada con dinero iraní, no ha dicho nada sobre el atentado. ¿Por qué? Ah, amigos, eso es fácil de entender: para buena parte de la izquierda intelectual, el yihadismo es una reacción comprensible por parte de los inmigrantes musulmanes pisoteados por el odioso imperialismo occidental. Entre un yihadista y un liberal pro occidental, esta buena gente lo tiene muy claro. Y el que no lo vea así, es que no tiene ojos en la cara.

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