Las categorías

Es mentira ese mantra (tan interesado, por otra parte) de que "todos los políticos son iguales"

Granada es de primera. A estas alturas ya nadie lo duda. Y no lo es solo por su equipo de fútbol masculino. Lo es también porque es una ciudad en la que se vive razonablemente bien, que ha sabido abrir muchas puertas a nuevas maneras de entender el desarrollo económico o las formas de entender la convivencia.

Quizá por eso es inquietante la situación que, tras las elecciones municipales, se ha abierto. Una situación incierta, en la que solo mediante pactos entre distintas fuerzas políticas podrá llegarse a una gobernabilidad razonable.

Analizar las causas que nos han traído hasta aquí es ya innecesario: desde el pasado 27 de mayo se han escrito y opinado múltiples versiones del cómo y el porqué los resultados electorales son los que son.

Pero quizá no se ha hablado tanto de qué puede pasar con esta ciudad según los distintos escenarios que se dibujen con unos pactos u otros, según sean las alianzas que se concreten para elegir alcalde el próximo 15 de junio.

Porque, digan lo que digan algunas personas, no es igual una ciudad sea quien sea quien gobierna. Es mentira ese mantra (tan interesado, por otra parte) de que "todos los políticos son iguales".

Se podrían poner muchos, muchísimos ejemplos de las diferencias que se producen en cualquier ciudad según sea quien gobierna. Pero esta columna no da para tanto, así que una deberá bastarnos. Puesta a elegir, ¿por qué no la más inmediata? En esta ciudad, que es de primera, solo hace tres años que se celebra la fiesta del orgullo. Una fiesta que visibiliza y ayuda a superar una de las discriminaciones más crueles que puede sufrir una persona: la que se produce por su identidad o por su orientación sexual.

Es verdad que esta iniciativa no tiene repercusión directa ni en la tasa de desempleo ni en el índice de calidad del aire o en el puesto que ocupe la ciudad entre los municipios más transparentes de nuestro país, aspectos todos que han mejorado en los últimos tres años. Pero hay intangibles que configuran también la vida en la ciudad, que no modifican el PIB, pero que sí inciden en el de Felicidad Nacional Bruta, ese que mide la calidad de vida en términos no solo económicos sino contemplando la promoción del desarrollo socioeconómico sostenible e igualitario, la preservación y promoción de valores culturales, la conservación del medio ambiente y el establecimiento de un buen gobierno.

Y ahí estamos. En la incertidumbre de cuál va a ser el gobierno que regirá los próximos cuatro años en esta ciudad, si estará dispuesto a seguir trabajando para que Granada siga siendo progresista, solidaria, tolerante, igualitaria. Por decirlo en una sola palabra: de primera.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios