La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Mucho que celebrar

Granada no debe llenarse ahora de pequeños 'puigdemoncillos' ni 'junquerizarse' gracias a la crisis territorial en España

Si decimos de la Cataluña secesionista que es insolidaria por socorrer su egoísmo odiando a España, no debemos alquilar idéntico argumento para aplicarlo en Granada contra Sevilla, por culpa de una política autonómica centralista y acaparadora.

El Sevilla nos roba, ni pollas, asusta mucho por su parecido granaíno con esos infundios que inventaran desde Cataluña CiU y ERC. La ventaja de nuestra historia reciente no es el mejor argumento para pensar en un insolidario, egoísta y aislado futuro. El agravio no es una fuente del derecho, sí de la mala política.

La insolidaridad reprochable al inaguantable independentismo catalán no debe ser imitado por quienes creen que la historia de Granada merece un achique territorial similar, circunscrito a su orgullo. La verdad de la historia es tan irrefutable como innegable es que el mundo libre elimina fronteras. Lo inteligente es aceptar esa globalización como fuente de desarrollo, y gozar de su progreso sin encerrarse en la soberbia de la patria chica.

El 28 de febrero como día de Andalucía no lo impone Sevilla, lo decide el pueblo andaluz con su Estatuto. Hoy por hoy Granada es tan andaluza como las demás. Y sí, hay mucho que celebrar. La de mocracia no se puede descuidar ni un día de su fuerza, que nunca decaiga su precisión entre el pueblo que la defiende. Los muchos defectos que presentan los gobiernos desde Sevilla con Granada se corrigen votando, no solo llorando. Porque el problema son los partidos políticos. Ni es Sevilla, ni son los sevillanos.

Granada no debe llenarse ahora de pequeños puigdemoncillos con lazo verdigrana, exiliados en Recogidas desde las Cinco Llagas; ni junquerizarse gracias al oportunismo abierto por la crisis territorial en España. No es aconsejable abertzalizar su futuro con un antihispalismo nazarí que no conduce a cualquier parte, sino a un agujero oscuro y frío: Granarnia.

Para querer a Granada no basta con saberse su historia. También es preciso pensar en su futuro, próspero y real, pero posible. Granada no puede ser un quejido constante y reiterado, sino el faro que guíe el barco hacia el cofre del tesoro. Andalucía no es el estorbo, ni Granada como región es la solución, sino cambiar el gobierno, esa insistente tozudez de Susana contra Granada. Mucho que celebrar cuando llegue esa alternancia.

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