Se ha hablado mucho estos días de la situación tan trágica que se está viviendo en Madrid, en concreto en la Cañada Real, una zona marginal de chabolas, donde llevan semanas sin electricidad y que, tras el paso de la borrasca Filomena, la nieve, y las heladas que ahora asolan la Península, no deja de salir en todos los medios de comunicación como si solo existiera esa zona de pobreza en España, como si cada ciudad no tuviera su poco de precariedad y sufriera el abandono de las administraciones. En Granada tenemos la zona Norte, con apagones a diario en unas condiciones meteorológicas donde hay niños que duermen sin la calefacción suficiente, y personas cuya vida depende de aparatos eléctricos que tienen serios problemas para sobrevivir. Es incalificable que no se haya arreglado ya este problema, que por mucho que Ayuntamiento, Junta y Gobierno, y también Endesa, quieran, sea recurrente invierno sí e invierno también este asunto, agravado por los enganches ilegales para las plantaciones de marihuana. El asunto ya lo estudia hasta la ONU. ¿Habrá que dar pie a que vengan los cascos azules?

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