Crónica Personal

La chantajista

Considera que haber picado tan alto le abre puertas para que sus acusaciones se ventilen en todos los ámbitos

No es fácil defender al rey Juan Carlos, apenas lo hacemos los que conocidos de primera mano su labor en la España del posfranquismo, cómo se dejó la piel para impulsar una España nueva ajena a la dictadura, de qué manera apostó porque en esa España tuvieran cabida todos los españoles de diferentes biografías, vivencias e ideologías, y cómo fue el que explicó a los dirigentes de la época que el proyecto de democracia no sería creíble sin una nueva Constitución.

Hoy, sin embargo, su figura, su gran figura, queda empañada por peripecias personales y cuentas irregulares de difícil aceptación, pero a algunos todavía nos queda el recuerdo de lo que fue y por tanto la esperanza de que la Justicia demuestre que algunas de las decisiones que a todas luces parecen delitos acaben no siéndolo, porque a nadie se le escapa que tras las muchas informaciones que hoy destrozan su imagen, se encuentra un ex comisario en prisión y con fechorías inconmensurables, y una belleza de fama internacional de la que muchos huían porque conocían su falta de principios. Su primer marido dijo de ella que "no tiene alma", y lo que se está viendo es que lo que sí tenía era capacidad ilimitada de luchar por sus objetivos con las peores artes: entre ellas en chantaje. Hoy aparece como una chantajista de altos vuelos que considera que haber picado tan alto, nada menos que un Rey, le abre puertas para que sus acusaciones se ventilen en todos los ámbitos.

Con el tiempo, esa imagen de chantajista es más evidente. Se demuestra en las cartas a don Juan Carlos, en las que ella y sus abogados enviaron a la Casa del Rey Felipe, y también en los cambios de versión, siempre a conveniencia. Empezó declarando que el rey Juan Carlos había cobrado comisiones del AVE, y después que el dinero era una donación del rey Abdullah de Arabia Saudí. Filtra cartas de los fiscales suizos, pero quitando los párrafos en los que indican a sus colegas españoles que sólo investigan los dineros de Corinna y que fue ella la que mencionó a don Juan Carlos.

No es la primera vez que un personaje relevante se enamora de quien no debe. Si es verdaderamente relevante, las consecuencias tienen consecuencias, siempre, devastadoras. En este caso lo están siendo, con la Corona sufriendo un acoso inadmisible, del que tiene que defenderse sola porque el presidente da prioridad a garantizarse el apoyo de su socio de Gobierno.

Don Juan Carlos, cuentan, está devastado por las consecuencias de su relación con Corinna. Una mujer que está utilizando todos los medios, incluido el chantaje, para destrozar a un gran rey que se dejó vencer por sus debilidades.

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