Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

El no de los chilenos

El pueblo ha preferido quedarse como estaba que abrirse al vacío insondable del cambio de un día para otro

Sorprendidos se han quedado los gobernantes chilenos por el aplastante no que ha obtenido la nueva Constitución que pretendían colarle a un país que ha optado por la sensatez frente a esas prisas tan al uso de los que quieren pasar a cualquier precio por modernos. La perplejidad del presidente de la nación en sus primeras declaraciones, aún reponiéndose de la sorpresa ante el contundente no recibido, dice mucho de hasta qué punto el idealismo político sin la capacidad para pulsar el sentir genuino del pueblo lleva a esfuerzos tan inútiles como el que se ha producido.

Hay cierto sector de la progresía globalizada que vive en la creencia (errónea a juicio de muchos) de que el cambio por el cambio mismo de los usos, mentalidades y costumbres es bueno en sí mismo. Un avanzar por avanzar que postulan algunos aunque sea hacia el abismo siempre que se aleje uno de lo conocido. Afortunadamente, en este y en otros muchos casos, el pueblo en su sabiduría sabe sopesar los momentos históricos y ha preferido quedarse como estaba que abrirse al vacío insondable del cambio de un día para otro de los parámetros de lo real versión chilena.

La propaganda a favor de la nueva Constitución chilena ser un Estado social, lo cual es siempre positivo y deseable. Pero introdujeron temas como el aborto o la plurinacionalidad de los que si hubieran reflexionado los valedores del texto, se habrían abstenido.

Hay cierta tendencia generalizada a creer que todos piensan (o deberían pensar) como nuestro círculo de íntimos, afines y amigos. Y los demás son los malos. Ese es el problema de los políticos que acaban saliendo cariacontecidos en las televisiones en plan "esta me la han colao", lo cual dice mucho de su falta de visión política.

Cuando la sensatez se tiene que reivindicar en la política es que hay demasiados insensatos haciendo pinitos en el cargo. Había ilusión y deseos de algo nuevo en aquel país, tan castigado por una dictadura feroz y prolongada. De ahí tal vez la sorpresa de un no de más de un sesenta por ciento propone a aquella clase política que se centren en sacar al país de la crisis que ya vendrán tiempos mejores para el negociado de las libertades. De ahí ese NO tan sonoro que, desgraciadamente, no llegará a este lado del Atlántico a los oídos más sordos, menos finos.

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