La bitácora

Félix De Moya

El chimpancé

COMO es bien sabido, este año celebramos el doscientos aniversario del nacimiento de Darwin y el ciento cincuenta de su obra más reconocida. Padre del evolucionismo y, probablemente, uno de esos escasos científicos que ha conseguido hacer trascender sus aportaciones al desarrollo del conocimiento humano durante más de cien años. En realidad, uno de los más paradójicos efectos del desarrollo científico desenfrenado al que asistimos hoy es precisamente el de la fugacidad de la vida de ese mismo conocimiento científico. Sólo se mantienen vigentes al cabo de un siglo unos pocos de los hallazgos científicos que fueron alcanzados cien años atrás. Las ideas desveladas por Darwin en su El origen de las Especies, son, según muchos especialistas, aún hoy de una gran vigencia y no parece haber una mejor forma de explicar la manera en que se ha generado la tremenda diversidad biológica que observamos a nuestro alrededor.

Desde la perspectiva de las celebraciones del primer centenario en 1909, que fue anunciado en algunos medios de prensa españoles de la época como el homenaje al diablo, parece que nuestra tecnificada y descreída sociedad ha necesitado algo más que una digestión para terminar aceptando generalizadamente lo que hoy se ve como una forma casi benévola de incardinarnos en nuestro propio entorno natural, de reconciliarnos con la naturaleza de la que procedemos y a la que respetamos tan poco.

En cualquier caso, lo que más me ha impresionado siempre de Darwin fue el arrojo que necesitó para difundir sus teorías, sabiendo de antemano la reacción tan adversa que provocarían en toda clase de círculos. A pesar de lo cual, tras el impacto internacional que produjo la publicación de su obra más destacada, continuó trabajando infatigablemente hasta el final de su vida, lo que le convirtió en uno de los cinco hombres que no perteneciendo a la realeza en el siglo XIX recibieron funerales de estado en la Abadía de Westminster. Hoy sus restos reposan junto a los de Isaac Newton.

Los aniversarios en torno a Darwin coinciden estos días en los periódicos con la noticia de una viñeta publicada en un periódico norteamericano en la que dos policías acribillan a un chimpancé en la calle al tiempo que comentan que ahora tendrían que buscar otro que redacte el próximo plan económico. La reacción de la opinión pública ha obligado al periódico a pedir disculpas. Parece que la humorada ha sido interpretada como racista al identificar al chimpancé con el presidente Obama. ¡Si el viejo Darwin levantara la cabeza doscientos años después…!

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