La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El cine vive en los cines

Gracias a Raúl y Esperanza muchos verán por primera vez películas que creían haber visto

Los jóvenes andaluces Raúl Díez y Esperanza Moreno -como nos recordaba el pasado sábado el compañero Jesús Ollero en su blog Fuera de cobertura- han puesto en marcha, con su plataforma de cine bajo demanda, una iniciativa fundamental para el disfrute de la experiencia cinematográfica en su realidad y totalidad. Y están teniendo éxito. "Los usuarios -explican- plantean la película que quieren ver y cuándo, se realiza una precompra y si es viable, se proyecta. Los exhibidores no corren riesgos porque si no se garantiza un aforo mínimo el pase no se hace".

No es una iniciativa caprichosa para cinéfilos, sino algo necesario para que el legado del cine viva en las únicas condiciones en que le es posible hacerlo sin graves pérdidas que afecten a la visión de la obra. Ver una película en un plasma o a través de un proyector doméstico -por buena que sea la definición, grande el tamaño y respetado el formato- equivale a ver un cuadro en una fotografía. Por perfecta que sea no puede sustituir la visión del original. Cierto que un cuadro es una obra única con texturas singulares, mientras que las películas pertenecen al mundo técnico de la reproducción de copias. Pero el tamaño, el sonido y la visión colectiva son esenciales para la experiencia completa de una obra cinematográfica.

Esto no vale solo para los grandes formatos -Cinemascope, Vistavisión, Cinerama o Todd.Ao- ,sino también para el cine clásico en 4:3. Nunca he podido ver Centauros del desierto o Vértigo, dos de mis obras favoritas, proyectadas en su formato original de Vistavisión. Luego, pese a verlas más de un centenar de veces, nunca las he visto del todo. Sí he visto La conquista del Oeste en Cinerama con tres proyectores, 2001, una odisea del espacio en Cinerama 70, West Side Story y Lawrence de Arabia en Super Panavisión 70 o Ben-Hur en MGM-65; y les garantizo que cuando las veo en mi plasma o mi cine doméstico son otra cosa. E insisto: esto no afecta solo a los grandes formatos. También he visto en salas de cine La pasión de Juana de Arco o Rebeca y les puedo asegurar que poco tiene que ver con verlas en casa.

Nadie con menos de 50 años ha podido ver en pantalla grande a Ford, Pasolini, Renoir, Buñuel, Rossellini, Lean, Wilder, Hitchcock, Donen, Wyler, Kubrick o Capra. Ahora los pueden ver por primera vez, descubriéndolos en su verdadera dimensión, gracias a estos dos jóvenes andaluces.

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