Los colores

Es necesario no tirar nuestros votos y garantizar que con ellos estaremos coloreando esta ciudad

Cuando vivimos muy de cerca o desde dentro un proceso no es extraño que nos pase desapercibido o lo veamos distorsionado. Eso vale para lo personal y para lo general, para lo que es nuestra experiencia individual, pero también lo que puede afectar a una comunidad, a una sociedad completa. Es inevitable: si estamos demasiado lejos de algo es difícil verlo, pero si estamos demasiado cerca lo es también.

Sin ir más lejos: miremos Granada. Es probable que si preguntamos a alguien qué diferencias hay entre la ciudad de hoy y la de hace cuatro años la respuesta sea "aquí no ha pasado nada". Y entonces hay que echar mano de la capacidad analítica. Y hacer repaso.

Podríamos hablar de qué ha cambiado en Granada respecto a la ciencia y su difusión, o respecto al impulso a la innovación tecnológica, o respecto a la cultura y la literatura o muchas otras cosas que forman parte de la vida ciudadana tanto como los semáforos o la recogida de basuras.

Yo voy a fijarme en tres cuestiones. Las elijo porque son de mi interés, porque las considero importantes, pero podrían ser otras.

La ciudad en la que vivo desde hace 20 años ha pasado, en los últimos tres, de los bailes de salón en la Plaza del Carmen a Distrito Sonoro; ha pasado de ser el ayuntamiento más opaco de España (y de ver cómo su alcalde sale esposado de su despacho) a ser el segundo más transparente de Andalucía o el 11 a nivel del estado; ha pasado de tener una concejalía de Bienestar Social, Familia e Igualdad de Oportunidades, Educación y Juventud a aprobar un V Plan Municipal de Igualdad entre Hombres y Mujeres, plan elaborado con el consenso de las asociaciones de mujeres del municipio y aprobado por unanimidad de todos los grupos políticos del ayuntamiento.

Y nada de esto es casual. No existen las casualidades, menos que en ningún otro ámbito en el escenario político. Así que cada uno de los cambios que he enumerado y los muchos, muchísimos que no menciono son fruto de un trabajo esforzado y riguroso, son sobre todo resultado de tener una idea concreta de ciudad, de tener un proyecto de futuro y con futuro.

Pero los proyectos, siendo imprescindibles, no son suficientes. Además del dibujo, el plan, el modelo que queremos construir hay que contar con las personas suficientes para hacerlo realidad.

Definitivamente, si queremos que Granada siga siendo una ciudad llena de color, lejos del blanco y negro en el algunos quisieron encerrarla, debemos de pensar muy bien qué hacemos con nuestro voto el 26 de mayo. Es imprescindible ir a votar. Pero es igual de necesario no tirar nuestros votos y garantizar que con ellos estaremos coloreando esta ciudad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios