crónica personal

Pilar Cernuda

Es la comunicación, estúpido

BILL Clinton se lo espetaba a Bush padre en la campaña electoral cada vez que tenía oportunidad: "Es la economía, estúpido". Mariano Rajoy tiene dos graves problemas, la economía y la comunicación, y si hasta ahora ha dado prioridad, y podría decirse que exclusividad, a la cosa económica, finalmente se ha lanzado al ruedo de la comunicación y ha cogido el toro por los cuernos.

Decía Aznar que lo primero es decidir y después comunicar. El problema de Rajoy es que ha tomado menos decisiones de las que habían anunciado inicialmente sus ministros y él mismo y, lo que es más grave, que la mayoría de las decisiones que finalmente tomó sentaron como un tiro a todos los españoles en general y a sus votantes en particular. Sin embargo, incluso las iniciativas más incómodas, más impopulares, más gravosas para los ciudadanos, tienen un pasar si se explican de forma conveniente. Y es ahí donde ha estado el fallo del presidente; esa es la causa de que este Gobierno provoque tanta desazón y la causa también de que los sondeos indiquen que pierde gas a medida que transcurren los meses, aunque esos mismos sondeos advierten que su principal adversario, Rubalcaba, no despega ni siquiera aprovechando el desencanto y decepción que provoca Mariano Rajoy.

Las explicaciones que finalmente ofrece el presidente del Gobierno son solventes, y sobre todo sinceras, por eso se entiende mal su reticencia a enfrentarse a periodistas a tumba abierta. Inicia un curso político muy complicado, con dos elecciones autonómicas difíciles para el PP y de gran trascendencia para el futuro de España, y con una serie de retos económicos sobre la mesa que debe lidiar con las autoridades europeas a cara de perro, que es la única cara ante la que reaccionan quienes tienen en su mano defender que la UE sea efectivamente una Unión. Este Gobierno, lo dice incluso Merkel, está haciendo los deberes y los españoles están realizando un gran sacrificio para intentar salir adelante; por tanto las autoridades de Bruselas, de Berlín, La Haya y París deben mostrar más sensibilidad hacia quienes se están tomando tan en serio la crisis, pero también deben mostrar sentido de la responsabilidad instituciones y formaciones españolas a las que gusta pescar en río revuelto.

No está el país para experimentos rompedores ni personalistas, el otoño se presenta con retos muy serios que deben ser abordados por partidos y políticos sólidos y con sentido de Estado, que no sientan complejo si en determinado momento hay que empujar juntos en una misma dirección.

Es la comunicación, estúpido. Pero es también el momento de tomar las decisiones anunciadas y no tomadas -respecto al gasto público, por ejemplo- , como es el momento de gobernar y hacer oposición pensando en España y en los españoles.

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